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Cuando se recuerdan lo variadas que son las combinaciones métricas de la lengua española, y lo apropiadas á la expresión dramática; cuando se recuerda el uso acertado, que hasta entonces se había hecho de ellas, se podrá en todo caso aprobar que no se empleasen en esas breves composiciones, que retratan la vida ordinaria; pero nunca que se escribiesen en prosa obras más vastas y de más elevadas aspiraciones, puesto que semejante pretensión es un error funesto.

Al bajar las primeras escaleras, no pude menos de decir sorprendido á mi compañera: ¿Así te vienes? Estaba tan atribulada y tan soberbia, tan españolamente soberbia, que se habia dejado el sombrero en una percha del comedor. A las siete subiamos las espaciosas escaleras del café la Francia musical, entre vistosos jarrones de flores y grandes espejos que nos retratan á uno y otro lado.

Todo esto es cierto; pero lo es también que los hombres del Norte sienten ahora con más profundidad, describen y retratan mejor la primavera que los del Mediodía.

Por más que se diga, sus tintas chabacanas, pálidas, no retratan ni con mucho la suavidad, la dulzura, la emoción de las flores del mar. Si se emplearan los esmaltes, lo cual ensayó Palissy, el asunto saldría rudo y glacial: admirables en la reproducción de los reptiles, de las escamas de pescado, son demasiado lustrosos para imitar esas suaves y tiernas criaturas que hasta de cutis carecen.

Quintana y el duque de Frías, pongamos por caso, retratan a Felipe II con los más opuestos rasgos y colores y propenden a infundirnos las ideas y los sentimientos más contrarios sobre la religión y política de los españoles del siglo XVI y sobre las causas de la elevación y de la decadencia de nuestro pueblo; pero nosotros nos deleitamos y nos entusiasmamos casi por igual con los versos del uno y del otro poeta, ora estemos de acuerdo con el duque, ora con Quintana, en juzgar al vencedor de San Quintín y de Lepanto, ora cortemos por camino que nos parezca más recto entre los dos extremos que ellos tocan.

El temor de ser denunciados, de indisponerse con determinadas personas, el respeto debido á la vida privada, el decoro propio, y otros motivos semejantes, impiden á menudo á los periódicos el descender á ciertos pormenores, y referir anécdoctas que retratan al vivo al personaje á quien atacan; sucediendo á veces que con la misma exageracion de los cargos, la destemplanza de las invectivas, y la crueldad de las sátiras, no le hacen ni con mucho el daño que se le podria hacer con la sencilla y sosegada exposicion de algunos hechos particulares.

En ellos también se alzan las montañas hermosas coronadas de nieve, también suspira el viento en los bosques y se retratan sus paisajes en los lagos silenciosos; también se despliega en su superficie la inmensidad de los océanos, agitados, turbulentos unas veces, otras serenos, iluminados por los resplandores de la luz crepuscular; también se sufre, también se goza, también se lucha, también se ama... Y todas estas moradas del espacio navegan al través del océano celeste sin temor a los escollos, a los choques o a las tempestades, sostenidos y guiados por una fuerza invisible que jamás se equivoca.

Ellos me la retratan bella y pura como la flor al despuntar la aurora... ¡Sarcasmo horrendo! ¡Bárbara impostura! ¿Dónde estará la pobre pecadora? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Gloria, poder, serena paz del alma, tambien con su pureza habeis huido, y del mártir y el héroe la palma por siempre con vosotras he perdido.

En el agua turbia de un estanque poco cuidado, en el agua agitada y cenagosa de un torrente, nada se refleja; mientras que en el haz limpia, tersa y tranquila de un lago de agua pura, el cielo, los montes, los astros, la luz, las flores y toda la gala y la pompa del mundo se retratan con tal primor, que el cielo parece allí más hondo e infinito, y la luz más clara, y las flores de color más vivo, y los montes más gallardos, y sus perfiles y contornos más graciosos y mejor desvanecidos en el sumo ambiente, y la verdura del prado más verde y más fresca.

Poco después estaba sentado en un banco de la Plaza Mayor, junto a una de aquellas graciosas fuentes, en las cuales el agua, saliendo de una fingida roca, forma un globo elástico, cuyas paredes se ahuecan y se deprimen según las bate más o menos el aire. En la movible costra líquida hace el sol caprichosos iris y se retratan convexas imágenes del jardín y de los transeúntes.