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Terreno. Muy montuoso y volcánico y con grandes llanuras incultas, muy apropiadas para cultivos en grande escala; se admirablemente el trigo, palais ó arroz, legumbres y raíces alimenticias; en sus laderas, próximas á la costa, se produce en buenas condiciones el café y el cacao.

Esta criatura, hija de un acróbata de baja esfera, y sumergida en el fango, no dejaba por esto de poseer la belleza pura y fresca del lirio. Pálida, delgada, elegante, de una perfección plástica, de una depravación singular, a la que unía la ferocidad anglo-sajona, reunía, pues, todas las cualidades apropiadas para subyugar a un hombre como el señor de Maurescamp.

Pues levantarte la falda y coger el palo de una escoba y llenarte de cardenales ese promontorio de carne que tienes... Grandísima loca, ¿qué más honra quieres que prestar dinero a una persona como yo?». Como es natural, nada de esto que pensaba la dama fue dicho. Al contrario, hubo de recurrir a expresiones melosas y apropiadas a lo crítico del caso. «Piénsalo bien, hija.

Un pueblo no se da a propio, sólo «porque así lo quiere», un buen gobierno y buenas instituciones. Es preciso que se los busque de acuerdo con sus tradiciones; es necesario que tenga en cuenta las enseñanzas de su historia; es preciso que las instituciones y la Forma de gobierno le vengan apropiadas, como a la sotana, a usted la levita, y a este joven el saquito corto.

Nunca debió Velázquez de tomar muy en serio la mitología: cuando muchacho, en casa de Pacheco, donde habían de leerse y comentarse composiciones poéticas apropiadas al gusto de la época, con amores y aventuras de héroes y dioses, él pintó animales y pescaderías; cuando fue a Italia y respiró aquella atmósfera, esencialmente pagana, trajo La fragua de Vulcano; cuando en los últimos años de su vida le ordena el Rey decorar una estancia de Palacio, hace cuadros en que representa a los personajes de la fábula como simples mortales.

Ya era un gallardo bergantín, alzando sus dos palos y su cuadrado velamen; ya una graciosa goleta, con su cangreja desplegada, rozando las olas como una gaviota; ya un paquete, con sus alas de espuma en los talones y su corona de humo en la frente; ya un fino laúd; ya un elegante esquife; sin nombrar las lanchas pescadoras, los pesados lanchones, los galeones panzudos, los botes que volaban al golpe acompasado de los remos.... Si Chinto no fuese un animal, podría alegar en su abono que el Océano y el voltear de una rueda son imágenes apropiadas de lo infinito; pero Chinto no entendía de metafísicas.

Desde que vivimos juntos... ¿Cómo? ; ese salvaje, ese canalla, ese asqueroso reptil, ese inmundo..., perdone usted, Sr. D. Augusto; me faltan palabras apropiadas... Para no cansar, ese basurero animado, la abandonó después de darle tantos golpes, que por poco la mata; después de cruzarle la cara... mire usted, por semejante parte, con un navajazo.

Algo parecido acontece con vos, al menos por lo que puedo apreciar, bien que lo que concierne a vuestro conocimiento de la plantas y las drogas apropiadas para restablecer la respiración, si las habéis traído de un país apartado, hubierais podido mostraros un poco más generoso.

La cuenca del río mencionado es inmensamente rica y está admirablemente dispuesta para el desarrollo de la agricultura, tanto por la variedad y abundancia de sus productos como por las facilidades que para la exportación ofrece el que sus aguas sean navegables en todo su curso; ésto contribuye principalmente á que se considere á esta parte de Mindanao como de las más ricas y apropiadas para la colonización; por más que hay que tener muy presente que, debido á circunstancias que no mencionamos por ser ajenas á la índole de este trabajo, se ha exagerado de un modo fabuloso la importancia que bajo el punto de vista comercial tienen en la actualidad sus producciones, alejándose mucho de lo que verdaderamente es hoy aquel territorio.

Estos, divididos en varias subcomisiones, iban á dirigir á quinientos carpinteros encargados de fabricar, antes de que llegase la noche, una mesa y una silla apropiadas á las dimensiones del gigante, y á una tropa igualmente numerosa de colchoneros, que en el mismo espacio de tiempo fabricarían una cama digna del recién llegado.