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Su estilo, su lenguaje, sin necesidad del testimonio de las hermanas, a los ojos desapasionados de la crítica más fría, es un milagro perpetuo y ascendente. Es un milagro que crece y llega a su colmo en su último libro; en la más perfecta de sus obras: en El Castillo interior o las Moradas.

En esta misma jornada las playas se ensanchan, las montañas parecen aproximarse mas y mas, y las riberas se manifiestan cubiertas enteramente, tan pronto de vejucos matizados de flores ya amarillas ya moradas, tan pronto de innumerables palmeras, de vainilla y de otras plantas aromáticas, tan pronto de esos árboles desconocidos, cuyas copas, totalmente despojadas de follage, no contienen sino flores purpurinas las mas vistosas.

Mas célebre que todos estos era el palacio llamado de Dimashk, cuya techumbre sustentaban hermosas columnas de mármol, siendo su pavimento de mosáico de vívidos matices; y mas todavía el Al-mushafiyyah, propiedad del Wazir de Hixem II Jafar Al-mushafí, que describe Ibnu-l-Abbar como una de las mas encantadoras moradas de aquellos tiempos y de aquella tierra.

Se dice que estudiais secretos que no estan permitidos a la curiosidad del hombre, y que os habeis puesto en comunicacion con los habitantes de las oscuras moradas, y con la multitud de espiritus malignos que se hallan errantes en el valle al que da sombra el arbol de la muerte.

Cuando por fin abrió los ojos y me vio toda temblorosa a su lado, sus pobres labios azulados se esforzaron por sonreír, y sus primeras palabras fueron para darme una broma, lo que prueba que su espíritu no se había extraviado muy lejos de nosotros y que había vuelto, con el primer aliento, a entrar en sus moradas de costumbre: «¿Me creías ya muerto, juzgado y condenado, mi querida devota?... Ea, no te entristezcas; otra vez será

Adentro del carruaje, la dichosa Sol era toda exclamaciones: jamás, jamás, en su vida de huérfana pobre, había visto Sol correr los ríos, vestirse a los bosques fuertes de campanillas moradas y azules, y verdear y florecer los campos.

Algunas de estas piedras son moradas, tan diáfanas y duras que no me queda duda son amatistas finas; y es de creer que, si en los parajes donde se hallan en la superficie de la tierra se buscasen en su interior, tal vez se encontrarían algunas de valor. En toda la provincia hay canteras de piedra para edificios, muy dóciles de labrar y de mucha consistencia para permanecer.

El lujo de las moradas de campaña, tan común en Buenos Aires, Lima y Santiago, no ha entrado aún en Venezuela ni en Colombia.

19 No tendrá hijo ni nieto en su pueblo, ni quien le suceda en sus moradas. 20 Sobre su día se espantarán los por venir, como ocupó el pavor a los que fueron antes. 1 Y respondió Job, y dijo: 2 ¿Hasta cuándo angustiaréis mi alma, y me moleréis con palabras? 3 Ya me habéis vituperado diez veces; ¿no os avergonzáis de descomediros delante de ?

La conversación continuó así, con un lujo de detalles de esa avaricia campesina tan repugnante, y cuando llegaron a un arreglo definitivo, doña Celestina gritó a sus hijas: ¡Que venga la Shele! Vino la Shele, pálida, con los ojos bajos y las ojeras moradas. Hemos quedado de acuerdo en que te casarás con este joven. Bueno, señora contestó ella, con una voz débil como un sollozo. ¿No dices nada?