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Carmen vivía con nuevas y potentes sensaciones toda aquella vida apacible y fecunda del valle. Derramaba la sorpresa de sus ilusiones en las caricias con que miraba al cielo y al campo, al bosque y a la montaña, para luego recoger de toda aquella belleza más infinitos anhelos de vida imperecedera, de eterna esperanza de felicidad.

La fuerte unidad dada a la República sólo es la base firme que necesita para lanzarse y producirse en un teatro más elevado, porque Rosas tiene conciencia de su valer y espera una nombradía imperecedera. Invitado por el Gobierno de Chile, toma parte en la guerra que este Estado hace a Santa Cruz. ¿Qué motivos le hacen abrazar con tanto ardor una guerra lejana y sin antecedentes para él?

Y al mismo tiempo, de un germen imperceptible, de un vínculo inadvertido, de un «adiós, señor», que no debía tener ningún alcance compone, con una insignificancia, tejiéndolos yo no cómo, una de esas tramas tan vigorosas sobre las cuales dos amistades masculinas pueden muy bien subsistir por todo el resto de la vida, porque tales lazos son de imperecedera duración.

Y este trabajo del espíritu, este complemento a la naturaleza, es lo que tiene valor y precio, y se mide y se representa y se mueve bajo la figura redonda de la moneda metálica, o bien toma la traza de unos papeluchos mugrientos que se llaman billetes; los cuales, así como los discos o tejuelos de metal, vienen a ser encarnación del espíritu, lo más sutil y animado y circulante de su valor, la esencia imperecedera de su trabajo secular acumulado.

Representaba allí el dinero, es decir, la fuerza de las fuerzas y la energía de «las energías del país», y su voz, expresión sincera de su adhesión incondicional al Gobierno, y de su amistad intensísima e imperecedera a la familia del «prócer generoso» que le escuchaba, debía resonar también en aquellos ámbitos.

Ese rápido y creciente desenvolvimiento en intereses materiales, poderosamente había de influir en los morales, sintiéndose no pocos vacíos en la vida jurídica de aquellos pueblos, y de aquí tanta y tanta reforma como de día en día se lleva á Filipinas, y de aquí el que el código indiano resultara deficiente, y el que aquella imperecedera recopilación de Carlos II, base y fundamento del derecho escrito ultramarino, no respondiera á las necesidades de las nuevas civilizaciones, imponiendo la necesidad la promulgación de nuevos códigos y leyes.

Probablemente, señor Fígaro, después de haber sido gran abogado, hubiera vestido una toga, hubiera calentado acaso una silla ministerial, y el Consejo de Castilla me hubiera recogido al fin de mis días en su seno, donde hubiera muerto descansadamente, dejando fama imperecedera. Las circunstancias, sin embargo, me lo impidieron.

Si no le diste alcance no fué porque te faltasen piernas, sino porque no quisiste que los mozos del Condado te cortasen la retirada. Pero en aquella ocasión por su fuerza y por su audacia se distinguió Nolo, el hijo del tío Pacho de la Braña, entre todos los hijos de Villoria y Entralgo y ganó gloria imperecedera.

Cuna de ellos y madre, y fecunda, ha sido siempre Sevilla, no escaseando tampoco los pintores y los escultores, y llegando a poseer glorias tan esclarecidas como Herrera, que en tiempos de Cervantes vivía, y Velázquez y Murillo, que después vinieron, con otros muchos, que de han dejado imperecedera fama.

El cielo, el infierno, la naturaleza, un poder sobrenatural, lo que quieras o supongas, no parece sino que me ha dotado de imperecedera lozanía de cuerpo y de alma y de una bondad y de una ternura inagotables y prontas, pero que han hallado siempre obstáculos insuperables para el verdadero y definitivo amor, y se han quedado en mitad del camino.