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El leon avanza á saltos: uno más para que hambriento se cebe en su triste presa, que inmóvil, resplandeciendo más que por sus ricas joyas de su beldad por lo inmenso, parte el alma atribulada entre el asombro y el miedo: que la hace sentir Ataide un inefable consuelo, y el leon puede quitarle lo que ya, sin comprenderlo, siente en su sér conturbado por un dulcísimo anhelo.

Y Bonis, llorando al pensar esto, se decía, arrimando la cabeza contra una pared: , ; lo de siempre; el anhelo de toda mi vida desde que pude tenerlo: ¡el hijo! Por su espíritu pasó como el halago de una mano de luz que le curaba, sólo con su contacto, las llagas del corazón.

Esos son delirios, Señor Don Juan Manuel. ¡Piedra, levántate! ¡Don Juan Manuel somos viejos! Somos viejos y la vejez no tiene fuerzas. En otro tiempo no digo que no la hubiésemos levantado.... Y ahora también. Somos viejos. Mayor peso llevo sobre los hombros. Y el que nunca se dobló, se dobla. , me doblo, y sólo anhelo dejar la vida, Don Manuelito.

En la segunda parte de su memoria presenta este Gefe el cuadro de la fundacion de los pueblos, empezando por la eleccion y deslinde del terreno, y dejándolo organizado con sus establecimientos públicos, bajo los auspicios de sus administradores. En este bosquejo se reconoce tambien el estudio que habia hecho el autor de los buenos modelos, y su vivo anhelo de que fuesen imitados.

En época de elecciones, ¿quién no siente el anhelo de un partido político, un partido cariñoso que le un distrito así como le daría un caldo la tierna esposa? Al salir a la calle y coger su sombrero, su bastón y sus guantes, uno tiene estos días la sensación de que le falta algo todavía, y lo que le falta es un distrito.

Lo mismo acaeció esta mañana, lo cual me pesó, como es natural, más que nunca. No vi a Gloria ni rastro de ella. Los miradores seguían con los mismos transparentes de tela fruncida; las ventanas, con las mismas persianas verdes; el patio, en idéntica soledad. Ni una sombra ni el más leve ruido. ¡Qué anhelo, qué curiosidad sentía yo por ver a mi monjita con el vestido de sociedad!

Tal era para Miranda el resultado físico: el moral era un anhelo de reposo y bienestar egoísta, esa regularidad del hábito, esa tiranía de la costumbre que se impone en la edad madura, y que mueve a tener como desdicha irreparable el que la comida o el sueño se retrasen media hora más de lo ordinario.

Cuanto en su alma había de recto y pudoroso, así lo ingénito como lo educado por Bringas en tantos años de intachable vida conyugal, se sublevó y se puso en guardia. Pez resultaba ser un muchacho casquivano en aquella hora crítica; transfigurose en un romántico de los que se decoran con desesperación, y se engalanan con un bonito anhelo de morirse.

Por un instante me pregunto si voy a confiarle mi nueva felicidad; pero no me atrevo. Estoy seguro de que pondría una cara de imbécil al hacerle esa confesión, y me callo... además, podría ser que Yolanda cambiara de idea y, sondando el fondo de mi corazón, creo que anhelo eso tanto como lo temo. Experimentaba un sentimiento... ¡bah! ¿para qué querer poner en limpio los sentimientos?

Yo le ayudaré a usted en esa empresa, que no será fácil por desgracia. No lo será... veremos repuso exaltado después de beber con ardiente anhelo . Yo le ayudaré a usted a matar a Currito Báez. , le mataré; así tuviera mil vidas.