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Mientras los señores hablan con sus amadas, los criados, con los caballos, esperan á cierta distancia de la casa....... Además de los medios indicados, de que se valen los enamorados para llegar hasta los objetos de su amor, hay también otros, porque las señoras se visitan con mucha frecuencia, y nada es más fácil para ellas que taparse con un velo, deslizarse por alguna puerta excusada, subir en una litera y encaminarse á donde se les antoja. Mucho les ayuda la particularidad de que todas ellas, por un pacto tácito, guardan inviolablemente los secretos, y cualquiera que sea el altercado ó la disputa que se promueva entre ellas, jamás abren sus labios para venderse unas á otras. Su discreción, en este punto, no merece incondicional alabanza; pero las consecuencias de su ligereza serían aquí más desastrosas que en ninguna otra parte, porque aquí también se mata sólo por sospecha. Las buenas españolas son muy astutas y saben hacer excelente uso de esta prenda, porque como todas las casas tienen puertas traseras, pueden salir á la calle cuando les parece; y como es frecuente que un hermano viva con su hermana, un hijo con su madre ó un sobrino con su tía, sirve esto de pretexto ú ocasión para verse. El amor es aquí naturalmente ingenioso, y apela á todos los recursos para satisfacerse, permaneciendo siempre fiel y constante. Hay intrigas de este género que duran toda la vida, aunque no se haya malgastado una sola hora en perder de vista su término; se aprovechan todos los instantes, y cuando los amantes se ven y quedan contentos, no hay que pedir otra cosa....... A veces sucede que una dama, envuelta en su velo para no ser conocida y con traje muy sencillo, se encamina á pie al lugar de la cita. La ve un caballero, la persigue, y se empeña en hablarla; pero incómoda con este acompañamiento, se dirige á cualquiera de los que pasan, y, sin darse á conocer, le dice: «Yo os ruego que os interpongáis para impedir que este majadero me sigaEsta súplica es una orden para el galán español: habla con el que la molesta, le ruega que no la siga, le aconseja que la deje ir en paz, y, si no accede á su deseo, hay que sacar las espadas; de suerte que, por un encuentro de esta especie, se derrama sangre por una señora á quien no se conoce.

Don Salvador tendió horizontalmente el bastón que llevaba en la mano para señalar una planta, y entonces Fortuna dio un salto por encima del bastón con gran agilidad y luego se quedó sobre sus patas traseras, erguido y grave; volvió a tender su bastón don Salvador y volvió a saltar Fortuna, pero entonces se quedó con las manos apoyadas en el suelo y las patas traseras por el aire.

Rápidamente hizo fuego, y a los aullidos transpasantes del animal arrastrándose sobre las patas traseras, tuvo un fugitivo sobresalto, que no pudo explicar y se desvaneció en seguida. Llegó hasta el lugar, pero el perro había desaparecido ya, y entró de nuevo. ¿Qué fué, papá? le preguntó desde la cama su hija. ¿Un perro? repuso Cooper colgando la escopeta. Le tiré un poco de cerca...

Dios es Dios, que te vendimie de camino». Había confesado este, y era tan maldito que traíamos todos con carlancas, como mastines, las traseras, y no había quien se osase ventosear, de miedo de acordarle dónde tenía las asentaderas. Este hacía amistad con otro que llamaban Robledo y por otro nombre el Trepado.

Entonces, con sorpresa de todos, vieron que el barón de Morel no sólo no había huido sino que se dirigía en derechura al oso con tranquilo paso, llevando en la mano el rojo pañuelo de seda que en ella tenía cuando hablaba con Simón y sus amigos. El oso llegó hasta él, dió un sordo gruñido, y alzándose sobre las patas traseras, levantó la poderosa zarpa.

Una vez tan sólo coceó con las piernas traseras, pero fue por la fuerza de la costumbre; otra vez se espantó, pero fue por una maldita vieja que se interpuso en el camino con un monumental cesto en la cabeza. Fosos, montones de grava, trozos que emergían sembrados de fresca hierba, volaron bajo sus piernas que parecían infundidas de extraño vigor.

El perro salía en su persecución al través de los jarales: las dos bestias tronchaban las ramas con el impulso de su carrera, producían un estrépito de huracán, y tras ellas corría el dañador de ligeras abarcas. Puesto en ama, al alcanzar el corzo, le mordía entre las patas traseras, en el órgano más sensible, y la bestia quedaba en el suelo mugiendo de dolor, hasta que el Mosco la daba muerte.

Colgando de las traseras de los carromatos balanceábanse racimos de chicuelos, que al menor vaivén caían en la arena, saliendo milagrosamente de entre las patas de los caballos.

Huyó Benina de un brinco, viendo cerca de las patas traseras de un grandísimo burro, que dos gandules apaleaban, como para conocerle las mañas y proveer a su educación asnal y gitanesca, y se fue hacia las casas que le indicó con un gesto el de la perfecta dentadura. Arranca de la explanada un camino o calle tortuosa en dirección a la puente segoviana.

Los importunos alados zumban pedigüeños en torno de la cigarra, interrumpiendo su musical embriaguez; pero los más temibles de estos intrusos son las hormigas, bestias de un egoísmo desvergonzado y arrollador. Las más pequeñas se deslizan por debajo del vientre de la cantora, que, bonachona y tolerante, levanta las patas traseras para no estorbar su camino.