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Actualizado: 3 de junio de 2025
No tenía más que la camisa de finísima holanda, y sus carnes finas resbalaban sobre la seda de la bata de su mamá. Era una bata color azul gendarme que semanas antes había regalado a su hermana Candelaria... «No, no, eso no... quita... caca...». Y él insistiendo siempre, pesadito, monísimo. Quería desabotonar la bata, y meter mano. Después dio cabezadas contra el seno.
Resbalaban los dos en el blanducho suelo, sin poder agarrarse á las cañas por no soltar la escopeta; arremolinábase el agua, batida por la furiosa carrera, y Batiste, que cayó de rodillas varias veces, sólo pensó en estirar los brazos para mantener su arma fuera de la superficie, salvando el tiro de reserva.
Y Gallardo, sintiendo en su deslumbramiento la necesidad de contestar algo, tartamudeó, como si saludase a un aficionado: Grasias. ¿La familia güena?... Una discreta carcajada de doña Sol se perdió entre el estrépito de las herraduras que resbalaban sobre las piedras con los primeros pasos. Puso la dama su caballo al trote, y todo el pelotón de jinetes la siguió, formando escolta en torno de ella.
En el fondo de los ojos de Tónica veía él la reducción del paisaje, las verdes charcas del río, los cañares, la arboleda, el azulado cielo; y las nubecillas que resbalaban veloces antojábansele, vistas en tal espejo, el alma de su amada, que pasaba y repasaba tras las pupilas envuelta en vaporosas vestiduras. ¡Oh, qué bien se sentía caminando junto a la mujer amada, rozándola el codo a la menor disigualdad del terreno, aspirando el perfume indefinible de Tónica, distinto de todas las esencias de este mundo!
En el fondo de las grandes cortaduras de las canteras, corrían sobre los rieles lijeramente tendidos, las vagonetas de mineral, tiradas unas por caballos, empujadas otras por hombres. Veíanse grandes plataformas de madera, planos inclinados por los cuales resbalaban los vehículos amarrados á una cadena sin fin.
Los automóviles resbalaban como diminutos insectos por la cuesta que desciende á La Condamine. Entraron en una avenida asfaltada, entre dos masas de estrechos y tupidos jardines, que conduce al Museo Oceanográfico. ¡Míralos! dijo Alicia con expresión triunfante, al mismo tiempo que daba con un codo al príncipe.
Después de cenar en la borda, los tres hombres sacaron las muías y continuaron el viaje subiendo por el monte Larrun. Era la noche fría, comenzaba a nevar. En los caminos y sendas, llenos de lodo, se resbalaban los pies; a veces una mula entraba en un charco hasta el vientre y a fuerza de fuerzas se lograba sacarla del aprieto. Los animales llevaban mucho peso.
Al llegar a Zugarramurdi, comenzaba a clarear. Sobre el pueblo, las cimas del monte, blancas y pulidas por la lluvia, brillaban con los primeros rayos del sol. Martín tomó el sendero que bordea un torrente. Una capa de arcilla humedecida cubría el camino, por el cual los caballos y los hombres se resbalaban.
Mendoza continuó perfilándose, como decía Miguel, a más y mejor; cuando éste, encolerizado después de pagar la cuenta desahogaba con él su bilis, ponía una cara tan compungida e inclinaba la frente con tanta humildad, que la ira de su amigo disipábase como por encanto y concluía por reírse y resarcirse del dinero que soltaba con algunos sarcasmos que también resbalaban sobre la piel de Brutandor, sin lograr hacerle cambiar de conducta.
Las espumas, luego de elevarse junto a la proa formando dos surtidores de leche pulverizada, resbalaban por los costados en grandes redondeles semejantes a los anillos de luz sideral. Corrían de proa a popa las aguas removidas, dos ríos verdes, agitados, tumultuosos, abiertos en la inmovilidad azul del Océano.
Palabra del Dia
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