Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 14 de noviembre de 2025
Y como esto le pareció cursi y algo anfibológico, añadió algunas palabras, no menos vulgares y frías. No comprendía él todavía que aquello de hacerse el interesante, si hubiera sido ridículo tratándose de otras mujeres, era la mejor arma contra la Regenta.
Entraba en aquel momento Celedonio el acólito que se metió en la conversación diciendo: No señor, ya se han ido. Eran doña Visita y la señora Regenta. Se han ido. Yo hablé con ellas. Les dije que hoy no se sentaba el señor Magistral; y doña Visita que ya quería irse antes, cogió del brazo a doña Ana y se la llevó. ¿Y qué decían? preguntó don Cayetano. Doña Ana callaba.
Frígilis dejaba el brazo a la Regenta, que indefectiblemente lo buscaba; y Mesía resignado, firme en su propósito de ser prudente mientras fuera necesario, se emparejaba con don Víctor, que tal vez se permitía cantar a su modo el spirto gentil o la casta diva; aunque prefería recitar versos, sin que jamás se le olvidase decir con Góngora: A su cabaña los guía que el sol deja el horizonte, y el humo de su cabaña les va sirviendo de Norte.
Aquel recuerdo de canciones efímeras, que habían sido un poco de aire olvidado, le parecía a la Regenta una delicada obra de caridad por parte del músico.... Recordar lo más humilde, lo que menos vale, un poco de viento que pasó... y dignificar las emociones profanas del amor, de la alegría juvenil, haciendo resonar sus cantares en el templo, como ofrenda a los pies de Jesús... todo esto era hermoso, según Ana; la religión que lo consentía, maternal, cariñosa, artística».
Don Álvaro tuvo un poco de miedo, de aprensión de miedo. «Si este hombre, pensó, enamorado de la Regenta, desairado por ella, se volviera loco de repente al verme, creyéndome su rival y se echara sobre mí a puñetazo limpio aquí, a solas...». Mesía recordaba la escena del columpio en la huerta de Vegallana.
A la Regenta le temblaba el alma con una emoción religiosa dulce, risueña, en que rebosaba una caridad universal; amor a todos los hombres y a todas las criaturas... a las aves, a los brutos, a las hierbas del campo, a los gusanos de la tierra... a las ondas del mar, a los suspiros del aire.... «La cosa era bien clara, la religión no podía ser más sencilla, más evidente: Dios estaba en el cielo presidiendo y amando su obra maravillosa, el Universo; el Hijo de Dios había nacido en la tierra y por tal honor y divina prueba de cariño, el mundo entero se alegraba y se ennoblecía; y no importaba que hubiesen pasado tantos siglos, el amor no cuenta el tiempo; hoy era tan cierto como en tiempo de los Apóstoles, que Dios había venido al mundo; el motivo para estar contentos todos los seres, el mismo.
Mesía había jurado, y seguía jurando todos los días, una eternidad de amores. La idea de la soledad después de aquello, le parecía a la Regenta más horrorosa que en un tiempo se le antojara la imagen del Infierno.
Parecían un matrimonio bien avenido, aunque sin amor ya a fuerza de años. ¡Bah! decía Visitación con un poco de tristeza verdadera, que daba interés al ocaso de su hermosura ; ¡bah! tú has caído esta vez de veras, te lo conozco yo. Pero también te digo una cosa: que te va a costar tu trabajo.... Mesía hablaba de la Regenta con Visita con más franqueza que con Paco.
Y al decir esto estaba ya la del Banco con los brazos abiertos frente a la Regenta, y chocaban las rodillas de una dama con las de la otra. La que estaba de pie inclinaba el cuerpo hacia atrás. Media hora después, Visita, un poco escondida detrás del cortinaje de un balcón, refería una historia a la Regenta, que la oía atenta, vuelta hacia el rincón de su amiga.
El Arcipreste renunciaba a la Regenta, ¿pues qué dignidad seguía? la suya; la jerarquía indicaba al Arcediano.
Palabra del Dia
Otros Mirando