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Actualizado: 14 de noviembre de 2025
«Pero ahora sentía una rebelión en el alma. Era una injusticia aquella sospecha de su madre. En la virtud de la Regenta creía toda Vetusta, y en efecto era un ángel.
No, en esto no pensó la Regenta hasta mucho más tarde. En el delirio de la enfermedad grave y larga que Benítez combatió desesperado, lo que atormentaba el cerebro de Ana era el remordimiento mezclado con los disparates plásticos de la fiebre.
La escribió sin que lo supiera Quintanar, que le tenía prohibidos toda clase de quebraderos de cabeza. De Pas visitaba a menudo a la Regenta, y estaba encantado de los progresos que la piedad más pura hacía en aquel espíritu.
¡Qué tres días! Yo me figuraba estar prostituida de un modo extraño (aquí la letra de la Regenta se hace casi indescifrable para ella misma.) ¡Todo Vetusta me había visto los pies desnudos, en medio de una procesión, casi casi del brazo de Vinagre! ¡Y tres días con los pies abrasados por dolores que me avergonzaban, inmóvil en una butaca! Llamé a Somoza que se excusó. Vino el sustituto Benítez, silencioso, frío; pero comprendí que me observaba con atención cuando yo no le miraba. Debía de creer que yo me iba volviendo loca.
Para corroborar lo dicho, ningún ejemplo mejor que La Regenta, muestra feliz del Naturalismo restaurado, reintegrado en la calidad y ser de su origen, empresa para Clarín muy fácil y que hubo de realizar sin sentirlo, dejándose llevar de los impulsos primordiales de su grande ingenio.
Me lo ha dicho quien vio por sus ojos a doña Anita entrar en la capilla de don Fermín y a don Fermín salir sin saludar a la Regenta. Pues yo los he visto saludarse y hablar en el Espolón. Es verdad gritó un tercero yo también los vi. De Pas iba con el Arcipreste y la Regenta con Visitación. Es más, el Magistral se puso muy colorado. ¡Hombre, hombre! exclamó el ex-alcalde fingiendo escandalizarse.
¿Verdad que tiene razón Frígilis? ¿Qué dice ese sonámbulo? Que la Regenta se parece mucho a la Virgen de la Silla. Es verdad; la cara sí... Y la expresión; y aquel modo de inclinar la cabeza cuando está distraída; parece que está acariciando a un niño con la barba redonda y pura.... ¡Hola, hola! ¡el pintor! Las chispas de los ojos de la jamona saltaron como las de un brasero aventado.
Estaba un poco excitado, pero no se sentía vencido; él se atenía a sus experiencias. «Aquel clérigo no había tocado en la Regenta, estaba seguro». Sonreía de todo corazón, sonreía a sus pensamientos, a sus planes. «Claro que les molestaba a los nervios aquel espectáculo en que aparentemente el rival se mostraba triunfando a la romana, según don Víctor, pero... no había tocado en ella».
Y como esto del público y sus perezas o estímulos, aunque pertinente al asunto de este prólogo, no es la principal materia de él, basta con lo dicho, y entremos en La Regenta, donde hay mucho que admirar, encanto de la imaginación por una parte, por otra recreo del pensamiento.
¡Oh, gran adquisición! dijo un socio ; si doña Ana viene, será un gran ejemplo, porque ella, hace tanto tiempo retirada... ¡oh! será un gran ejemplo. Efectivamente. Que se corra que viene la Regenta y se llenará esto con lo mejorcito. Señor Quintanar dijo el ex-alcalde se le declara a usted benemérito del Casino... si consigue traer a su señora la Regenta.
Palabra del Dia
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