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Actualizado: 7 de octubre de 2025
Fernanda se agarró con mano crispada al tronco de una magnolia. A la vuelta era Amalia quien hablaba. No es verdad eso. Ya te he dicho que para mí siempre hay un punto negro. Por más que pretendo forjarme la ilusión de ser la primera... ¡La primera y la última! Yo no amaré a otra mujer más que a ti. No sabes los celos que tengo del pasado. Cada día más. Di la verdad: ¿la has querido o no? No.
CELIO. Saber de los dos pretendo... LOS DOS. En que os habéis convenido. En los versos siguientes el diálogo se distribuye de la misma manera entre cuatro personas: REY. Hombre, aborto de la espuma, Que esa marítima bestia Sorbió sin duda en el mar Para escupirte en la tierra...
Decidme... pero rodeemos por esta calle: ¿á qué habéis venido á Madrid? A buscar á mi tío, que es el cocinero mayor del rey. ¡Ah! ¿y al arrimo de vuestro tío, venís á pretender algún oficio á la corte? Yo, señora, no pretendo nada. ¿Sois rico? Soy pobre. Pero para servir bajo las banderas del rey como soldado, no son necesarios empeños. ¿De modo que...?
Yo no trato de enseñar nada ni de probar nada. Si alguien deduce consecuencias o moralejas de la lectura de este libro, él, y no yo, será responsable de ellas. Yo sólo pretendo divertir un rato a quien me lea, dejando a los sabios enseñar y adoctrinar a sus semejantes, y dejando a nuestros hombres políticos la difícil tarea de regenerarnos y de sacarnos del atolladero en que nos hemos metido.
Serenándose al instante, repuso: No se trata aquí de más autoridad que de la autoridad de la razón. Para darte el consejo, válganme la amistad y el cariño que tengo á tu persona y á los de tu familia: para que le aceptes ó le deseches, no pretendo que valga sino el ingenio, que pido á Dios me conceda, para llevar el convencimiento á tu alma.
Vuelvo á recordar al lector que no pretendo bosquejar sucintamente la historia de los lugares que visito: prescindo del Paris antiguo, y voy á limitarme á reseñar algunas de sus principales maravillas: no consulto ni abro ningun libro, de memoria escribo, y solo los recuerdos dictan mis descripciones.
Lejos de rezar con él estos refranes, más bien podía aplicársele aquel otro, y perdone V. señora Marquesa que se le aplique, pero casi lo pide a voces la narración: mientras más viejo más pellejo. Pretendo significar con esto que el señor Marqués, en vez de enmendarse con la edad, se hizo más cortejante, jugador y amigo de jaleos de toda laya, lo cual mortificaba mucho a la señora Condesa.
Y porque yo no pretendo Tratar de gente extranjera, Sí de nuestros españoles Digo que Lope de Rueda, Gracioso representante, Y en su tiempo gran poeta, Empezó á poner la farsa En buen uso y orden buena; Porque la repartió en actos, Haciendo introito en ella, Que ahora llamamos loa, Y declaraba lo que eran Las marañas, los amores, Y entre los pasos de veras, Mezclados otros de risa, Que porque iban entre media De la farsa, los llamaron Entremeses de comedia; Y todo aquesto iba en prosa Más graciosa que discreta.
Como no hago un libro de geografía ni pretendo escribir un viaje científico, siendo mi único y exclusivo objeto consignar simplemente mis recuerdos e impresiones en estas páginas ligeras, me bastará decir que el Magdalena, junto con el Cauca, forman uno de los cuatro grandes sistemas fluviales de la América del Sur, determinados por las diversas bifurcaciones de la cordillera de los Andes; los otros tres son: el Orinoco y sus afluentes, el Amazonas y los suyos, y por fin el Plata, donde se derraman el Uruguay y el Paraná.
No pretendo hacerle creer, gentleman, que la guerra era algo nuevo en nuestra historia y sólo la habíamos conocido después que Eulame trajo sus inventos del país de los gigantes. Habíamos tenido guerras desde las épocas más remotas, como creo que las tuvieron todos los grupos humanos.
Palabra del Dia
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