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Fué preso al cabo, y al siguiente día, 3 de Julio, le ahorcaron en la orilla del río, quedando con aquella ejecución en tranquilidad muchos vecinos de Triana, que durante largo tiempo anduvieron siempre amenazados con los desmanes y excesos de furor del Bravo de las Galeras, cuyo recuerdo duró largo tiempo entre la gente de su laya que tanto abundaba en Sevilla en los siglos XVI y XVII.

No seré yo, en mis días, quien halague su vanidad, gastando los cuatro pesos que importa la jerga franciscana. ¿Querer lujo hasta para pudrir tierra? ¡Hase visto presunción de la laya! ¡Milagro no le vino en antojo que lo enterrasen con guantes de gamuza, botas de campana y gorguera de encaje!

Los bancos de la entrada estaban limpios, en comparación de los del fondo. Aquella pieza donde tan nefando culto se tributaba a la Ninfa de las aguas fue testigo de hartas proezas de Perico, que, por su semejanza con todas las de la misma laya, no merecen narrarse.

Entró de revistero en un periódico, y con ocasión de los saraos, banquetes, funciones de teatro, corridas de toros y toda laya de fiestas públicas y privadas, comenzó a soltar de la pluma un millón de lindas frasecillas ingeniosas y acicaladas, que no había otra cosa que alabar entre las damas.

¡No vaya a hablar solo también; no sea el diablo que lo tomen por loco...! ¿Y usted cree, Baldomero, que no hay más locos que los que hablan solos?... ¡Qué voy a creer, señor!... ¡si hay locos de toda laya!... locos de hambre... esos que hay ahora que les dicen locos de verano... ¡Si hasta hay locos por... la Pampita!..... Eso de los locos de hambre, ¿lo ha dicho por ?...

Mira, hermana, mi amigo es tan rico y abundan tanto en su casa los objetos de toda laya, que lo mismo que aparece como indostaní en la fotografía, hubiera podido aparecer griego del tiempo de Pericles, magnate egipcio de la época de los Faraones o de los Ptolomeos, Mirza contemporáneo de Hafiz o señor feudal del siglo de la primera cruzada.

Lazarillo de Tormes, Guzmán de Alfarache, Marcos de Obregón, Estebanillo González, el buscón D. Pablo, el donado hablador y otros personajes de la misma laya, han de haber encontrado en el reino de la fantasía y reconocido como muy cercano pariente al héroe desastrado de la novela de D. Pío Baroja.

Lejos de rezar con él estos refranes, más bien podía aplicársele aquel otro, y perdone V. señora Marquesa que se le aplique, pero casi lo pide a voces la narración: mientras más viejo más pellejo. Pretendo significar con esto que el señor Marqués, en vez de enmendarse con la edad, se hizo más cortejante, jugador y amigo de jaleos de toda laya, lo cual mortificaba mucho a la señora Condesa.

Con tal discurso y con otros de la misma laya sosegaba D. Joaquín los ánimos exaltados de su gentil esposa y del fanático americano.

161 Pero esas trampas no enriedan a los zorros de mi laya; que esa ganza venga o vaya, poco le importa a un matrero. Yo también dejé las rayas- en los libros del pulpero. 162 Nunca juí gaucho dormido; siempre pronto, siempre listo, yo soy un hombre, ¡qué cristo!, Que nada me ha acobardao, y siempre salí parao en los trances que me he visto.