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Actualizado: 7 de octubre de 2025


Allí estaba, en efecto, la semana pasada; pero he hecho un rodeo para visitar esa famosa isla de Jersey que los ingleses consideran como la octava maravilla del mundo por la única razón de que tiene el honor de ser inglesa, y también para comprobar el efecto de mi receta, pues sabe usted, señora de Raynal, que pretendo ser su médico de cabecera.

La bondad de usted para conmigo no puede ni debe disminuir el respeto y la veneración con que yo miro a usted, madre mía respondió Ricardo . No ya para aconsejarme, para mandarme tiene usted autoridad, y debe tener valor. Yo obedeceré a usted si está en mi mano obedecerla. No pretendo que me obedezcas, sino que me escuches y que te dejes persuadir por mis razones.

Mi incredulidad se rebeló en un principio contra el fallo de la ciencia; pero hoy mi esperanza va debilitándose. Antes del otoño Magdalena ya no será de este mundo. »Pero crea usted, Antoñita, que tendrán que abrir dos tumbas. »¡Oh, Dios mío! No pretendo blasfemar, pero considero que habrá sido bien triste y bien miserable mi destino en esta vida.

No pretendo hacer una descripcion completa de aquellos jardines, cosa imposible para el que apenas ha podido recorrerlos durante algunas horas. Así, solo indicaré algo de lo que fijó mas mi atencion.

Por fortuna me he redimido un tanto de las preocupaciones y falsas ideas del romanticismo, y aunque no del todo exento de ellas, pues aun me queda en el alma lamartiniana levadura, miro la vida de otro modo, no pretendo que todo sea a mi gusto y a medida de mi deseo, y vivo tranquilo, como vive toda buena persona, sin que me atormenten poéticos anhelos, ni me divaguen devaneos inútiles, ni me amarguen delicadas sensiblerías.

Mi idea es esta: ver si es usted una persona juiciosa, y si como persona juiciosa comprende que esto del casorio es una botaratada; ni más ni menos... Y si lo reconoce así, pretendo, esta, esta es la cosa, que usted misma sea quien se lo quite de la cabeza... ni menos ni más. Fortunata conocía La Dama de las Camelias, por haberla oído leer.

PROCLO y EUMORFO a quien Marino acompaña, yéndose luego. EUMORFO. Abismo del saber, lucero de la filosofía, archivo de todas las noticias divinas y humanas... PROCLO. Amable mancebo, déjate de lisonjas y di lo que pretendes. EUMORFO. Pretendo que me ilustres un poco. EUMORFO. No me desdeñes así. Confieso que no tengo por las ciencias la vocación más decidida.

¿Queréis ser franca conmigo, hija mía? No pretendo ocultaros nada, padre Aliaga. ¿Merezco yo vuestra confianza? ¡Oh, ! dijo doña Clara cambiando de tono y haciéndole sumamente dulce y afectuoso. Pues bien; no me ocultéis nada. Vos amáis á ese caballero... ¡Yo! ¡no lo quiera Dios! exclamó con un verdadero terror doña Clara. ¿No os habéis sentido interesada por él?... ... ¿No lo recordáis?

A ti, que todo lo penetras, ¿cómo he de intentar engañarte? Pero, francamente, mis chistes y agudezas, mis habilidades, mis talentos de sociedad, todo queda deslucido sin algo de filosofía. La filosofía se ha puesto en moda entre las señoras de los círculos aristocráticos, a quienes sirvo, pretendo y tal vez enamoro. Me falta este charol; dámele, y seré irresistible.

Villanos, con esta hazaña Os pretendo aquí enseñar Cómo habéis de respetar El valor del rey de España. La furia de mi valor No dejará en París gente. Prendedlos; ¡ah de mi guardia! (

Palabra del Dia

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