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Actualizado: 16 de mayo de 2025
Feli, al contemplar a Isidro, mostraba también en sus ojos cierta extrañeza, como si le encontrase cambiado. Había transcurrido muy poco tiempo, y sin embargo, creían verse después de larguísima ausencia. Permanecieron silenciosos mucho rato, mirándose, pero sin atreverse a despegar los labios. Al fin, habló ella, por el impulso maternal. ¿Y su hijo?... Maltrana fingiose enterado.
Andrés observó, en una de sus frecuentes ojeadas, que Rosa iba descalza, y detuvo el paso. No había reparado en que vas descalza, Rosa. Tampoco yo repuso ella mirándose tranquilamente a los pies. Cuando chica andaba mucho así: no se me hace novedad. No, no puedes seguir de ese modo: te vas a hacer daño. ¿Quieres ponerte mis zapatos? La joven soltó una carcajada.
La familia parecía otra, más alegre y con mejor salud al tenerle seguro en casa por unos cuantos meses. Salía con el fieltro echado atrás, moviendo su bastón de puño de oro y mirándose los gruesos brillantes de los dedos. En el vestíbulo le esperaban varios hombres, de pie junto a la cancela, al través de cuyos hierros se veía el patio blanco y luminoso, de fresca limpieza.
Y mirándose en el espejo, se arregló con sumo cuidado un rojo ricito que con gran prudencia encubría sobre su frente una manchita de pecas. La duquesa de Bara, cansada de aguardar, llegó en busca de la perezosa. ¿Pero, Curra, qué haces?... ¡Mira que la reina estará aguardando!... ¡Vamos, vamos, Beatriz!... Parece que no conoces a la señora: las doce nos darán sin salir de la cámara.
Sánchez Morueta bajaba la cabeza para no encontrar la mirada de su primo, como si le avergonzase el descubrimiento del libro. Pasaron en silencio un largo rato. Doña Cristina y su sobrino seguían mirándose. Parecían dispuestos á hostilizar al doctor, á exasperarle, buscando un rompimiento para que no volviese más a la casa.
Como Margarita, libre de testigos, a solas con Cervantes se encontrase en aquel cenador sombrío, donde la belleza, el silencio y la frescura al amor convidaban, sin reparar en que los que están rodeados de tupido ramaje no pueden tener la seguridad de no ser acechados, como lo eran ellos, y de cerca, porque la celosa doña Guiomar había diputado a su fiel Florela para que observase, los ojos alzó ella sin miedo y los fijó en Cervantes de una manera tan clara, que él se sintió amado hasta las entrañas, y dolorido por doña Guiomar y contra ella irritado, sus ojos fijó en Margarita con no menos vehemencia y fuego que ella en él fijaba los suyos; y fuésele a ella un suspiro, y él con otro suspiro contestó, y así permanecieron algún tiempo, indecisos, sin hablarse, y mirándose tiernamente, y requebrándose con los ojos, que el diablo andaba por allí suelto y tejía ya una maraña que sin desdichas no habría de desenredarse, y cuando fuese peor el remedio que la enfermedad.
Facundo pasa sin mirarlos; síguenle a la distancia, turbados, mirándose unos a otros en la común humillación, hasta que llegan al centro de un potrero de alfalfa, alojamiento que el general pastor, este hicso moderno, prefiere a los adornados edificios de la ciudad.
¿No sabe usted que la señora vive mirándose en ellos? continuó quejumbrosamente el mayordomo. ¿Qué le vamos a decir cuando venga? ¡Y cisnes domésticos no hay en venta en Pehuajó ni en ninguna parte por aquí! Estos fueron traídos de Buenos-Aires con gran trabajo... Pero, ¿para qué los ha muerto, si no soy curioso, don Juan? ¿para qué?...
Juró dar aquellos miserables despojos al primer pobre que a la puerta llegase. Púsose su vestidillo negro, que a toda prisa se había hecho aquellos días, colocose el velito en la cabeza y hombros, mirándose al espejo con movimientos de pájaro, y se dispuso a salir. Antes abrió el balcón, y mirando a la calle, dijo: «Allí está ya. ¡Qué puntual y qué caballero es!». Salió.
Las mujeres especialmente sólo tienen cuerda verbal para cinco minutos, y luego quedan mudas, mirándose unas a otras. Únicamente se animan cuando hay que «pelar» a alguien; pero éste es un fenómeno verbal no sólo de América, sino de todos los países del planeta. Sí; hablan poco dijo Maltrana . Gustan de escuchar, pero su capacidad auditiva es tal vez tan limitada como su capacidad verbal.
Palabra del Dia
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