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Actualizado: 6 de mayo de 2025
Aquella huída fue tan rápida como una visión; en el momento que Kasper apuntaba por segunda vez, la cola del último caballo desaparecía entre los matorrales. El caballo del cosaco muerto permanecía solo, junto al agua, porque una rara circunstancia le impedía moverse; su dueño, con la cabeza hundida en el légamo, tenía el pie metido en el estribo.
Al resplandor intermitente de los fogonazos, Catalina vio a Materne, con el pecho al aire, y a su hijo Kasper disparando desde el umbral del pasillo hacia las barricadas; diez hombres, situados detrás de ellos, les pasaban los fusiles cargados, de suerte que no tenían mas que encañonar y hacer fuego.
Cuando Dubreuil hubo acabado, se dirigió a su asiento, mientras decía: ¡Ya lo ven ustedes! ¿Y cómo tiene usted esto? preguntó Kasper. Ese cartel, hijo mío, está puesto en todas las esquinas. ¡Pues bien, no nos parece mal! dijo Materne asiendo el brazo de Frantz, que se levantaba echando chispas por los ojos . ¿Quieres fuego, Frantz? Aquí tienes mi eslabón.
En menos de dos minutos el camino quedó libre, salvo en Schirmeck, donde era tal la confusión, que no se podía dar un paso. Materne, alzando la vista a la parte más lejana del camino, exclamó: No hago mas que mirar, pero no veo nada. Ni yo contestó Kasper. ¡Vamos!, ¡vamos! exclamó el cazador ; me parece que el miedo de esta gente atribuye al enemigo más fuerza de la que tiene.
Hace un momento Frantz Materne, a quien había mandado que hiciera un reconocimiento, y todos los peatones de Piorette, de Jerónimo y de Labarbe han venido a decirme que los alemanes regresan a Mutzig. Materne padre y Kasper, después de enterrar a los muertos, han averiguado en Grand-Fontaine que no se ve nada anormal del lado de San Blas de la Peña.
Lo cual debió causar una gran alegría al hombre del Harberg. Una vez fuera, Materne, respirando el aire frío con toda la fuerza de sus pulmones, exclamó: ¡Y cuando pienso que hubiera podido sucedernos lo mismo! Sí respondió Kasper ; recibir una bala en la cabeza, eso no es nada; pero que le descuarticen a uno de esa manera y tener luego que pasar el resto de su vida pidiendo limosna...
Muy cerca de Schirmeck, en la encrucijada de la Hondonada de los Sauces, Kasper y Frantz volvieron a unirse a su padre y los tres entraron en la taberna de La Llave de Oro, que, a la derecha del camino y en la parte baja de la ladera, tenía la viuda Faltaux. La pobre mujer y sus dos hijas contemplaban desde una ventana aquella emigración, y cruzaban las manos como en súplica.
Kasper, en menos que se dice, había vuelto a cargar la carabina; pero, al mismo tiempo, los cosacos que estaban a pie saltaron sobre sus caballos y se precipitaron por la pendiente del Hartz, marchando en fila como los corzos y gritando con voz terrible: ¡Hurra! ¡Hurra!
Hablaban de subir a la cubierta de los botes, cuando una voz los detuvo sonando a sus espaldas. «Nélida... Nélida...» Ahora era la madre la que salía a su encuentro para hacerla varias recomendaciones sin importancia. Y sin saber cómo, se vio Ojeda otra vez formando parte de la familia Kasper bajo las miradas protectoras de la mestiza. Se apoyaron en una barandilla frente al mar.
Usted creerá haberme aplastado preguntando: «¿Dónde está el capital?...». Se hacen figurar todos esos millones y más si se desea en los Estatutos, y sobre todo en las vidrieras y el rótulo, con letras de a dos palmos. Pero en realidad se empieza con treinta o cuarenta mil pesos... Y también me dirá usted: «¿Dónde están?...». El señor Kasper, que tiene en gran aprecio a Martorell y cree en el negocio, promete traerlos. Además, contamos con los buenos señores que entrarán en el Directorio... Siempre se encuentran media docena de tenderos deseosos de figurar al frente de un Banco. Gusta mucho poder decir a los amigos: «Esta tarde tengo sesión de Directorio». Da importancia escribir a los parientes de Europa, a los papanatas de la tierra, en el papel del Banco con un membrete que impone respeto, en el que se consignan los millones del capital y las operaciones del establecimiento. El catalán, que «conoce el corazón humano» y es gran aprovechador de vanidades, tiene echado el ojo desde su viaje anterior a unos cuantos compatriotas.
Palabra del Dia
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