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Actualizado: 29 de julio de 2025
Este interrogatorio me va cansando y agotaría la paciencia de un santo... No tengo nada que decir a usted y nada le diré... ¿Qué quiere usted que yo sepa de Luciana? ¡Es usted asombroso, palabra de honor! No estará contento hasta que le diga horrores de la mujer con quien se va a casar... Me importa, señora, conocer esos «horrores» para desenmascarar a los calumniadores y hacerles arrepentirse...
Hartáronse de tal manera, que después fue preciso darles igual ración de palos para hacerles abandonar la cuadra y el desusado sibaritismo que les permitió su nuevo dueño. Al fin aquellas desvencijadas máquinas se pusieron en movimiento, llevando a nuestros dos jinetes por el camino de Villaba. Era de noche y la helada dejábase sentir con intensidad.
Además, todo el mundo sabía que no era posible fiarse de él, que se gozaba en despistar a sus amigos y hacerles caer de bruces en un mal negocio.
Los dragones, revólver en mano, tenían que apelar á la amenaza para reanimarlos. Sólo la certeza de que el enemigo estaba cerca y podía hacerles prisioneros les infundía un vigor momentáneo. Y se levantaban tambaleantes, arrastrando las piernas, apoyándose en el fusil como si fuese un bastón.
Y ¿qué sé yo si alguno, no digo de los sacerdotes, no quiero hacerles tal ofensa, pero de los seglares, creerá que en efecto...? El de Naya aprobó con la cabeza como quien reconoce la fuerza de una observación; pero, al mismo tiempo, la sonrisa con que lucía la desigual dentadura era suave e irónica protesta contra tanta rigidez.
Pero monsieur de Sans-délai se daba a todos los oficinistas, que es como si dijéramos a todos los diablos. ¿Pues para esto he echado yo mi viaje tan largo? ¿Después de seis meses no habré conseguido sino que me digan en todas partes diariamente: Vuelva usted mañana, y cuando este dichoso mañana llega, en fin, nos dicen redondamente que no? ¿Y vengo a darles dinero? ¿Y vengo a hacerles favor?
El hombre que en su estado salvage no trepidaba en sacrificar su muger y sus hijos á necias supersticiones, y en someterse espontáneamente á todos los sufrimientos, no podia tener ciertamente el menor escrúpulo en hacerles aplicar por el fiscal, á la mas leve falta, azotes ó otro género de correccion, y en hacerse castigar él mismo toda vez que creia haber ofendido á la divinidad.
Empezó á hacerles señas y á enviarles besos con la punta de los dedos, que los niños se apresuraban á devolver por el mismo procedimiento. Cansado de la mímica, les dijo esforzando la voz: ¿Queréis una flor? Los chiquillos gritaron «sí, sí», moviendo la cabeza afirmativamente hasta descoyuntarse.
Los genios vivos, los temperamentos exaltados, no causan temor como los «toros claros». Hay casi siempre en ellos un espíritu justiciero, que aunque exagerado y adulterado por la pasión, no acaba de hacerles antipáticos.
Meñique siguió diciendo en alta voz la princesa, eres valiente y afortunado, pero eso no basta para agradar a las mujeres. Ya lo sé, princesa y dueña mía; es necesario hacerles su voluntad, y obedecer sus caprichos. Veo que eres hombre de talento dijo la princesa. Puesto que sabes adivinar tan bien, voy a ponerte una última prueba, antes de casarme contigo.
Palabra del Dia
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