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Actualizado: 26 de octubre de 2025
¿Por qué no? respondió Carlos sencillamente fijando en él su clara mirada. Y pasando el primero, salió por la poterna sin volver la cabeza. El otro le siguió como un perro. Si le había oído, era valiente lo que hacía el capitán... ¡Salir tranquilamente así, delante de su fusil!... No tenía más que apretar el gatillo... No había nadie... Nada que temer... Los árabes tenían buena espalda.
Currita dio una rápida media vuelta, apretando los puños y echando atrás la cabeza cual si fuera a embestir al mayordomo, fijando en él la mirada de sus claros ojos, enormemente abiertos, que reflejaban toda la ira del que recibe un salivazo en el rostro, todo el espanto del que ve derrumbarse una última esperanza, toda la solapada e impotente amenaza que encierra el terror del débil, aniquilado por una mano más fuerte...
El médico, mientras tanto, miraba afuera por la puerta del salón, con cierta extrañeza, casi con escándalo, fijando luego sus ojos en el coronel. Al fin le llamó aparte. ¿Aquel teniente era el que iba á batirse con el príncipe?... Lo conocía; un amigo suyo, médico militar, le había hablado de él como de un caso asombroso de vitalidad.
Manín quedó escandalizado, fijando en ellas sus ojos, donde se pintaba el asombro y la indignación. «Pues aún no has visto lo mejor; ¡aguarda, aguarda un poco!» Al comenzar la orquesta a tocar, las bailarinas hacen chasquear los palillos, y dando una vuelta levantan todas la pierna a la altura de la cabeza. «¡Sollo!» exclama el pobre tapándose la cara con las manos. ¡Dios sabe lo que pensó que iba a ver!
Aquel héroe membrudo, que con la espada partía yunques y mataba dragones, tenía igualmente un alma de mujer. Apenas separado de Brunilda, la olvidaba, fijando sus ojos en otra. En cambio, ella, la femenina walkyria, era el hombre en esta asociación amorosa.
Al juntarse en la sala de ventas, repleta de gentío, examinaban las joyas, fijando de antemano lo que pensaban ofrecer. Pero él, pronto á exacerbarse ante la contradicción, iba siempre más lejos, mirando á sus contendientes al soltar las cifras lo mismo que si les enviase puñetazos.
Exactamente confirmó Leto ; y si usted continúa fijando la atención en ese ruido, llegará a oír conversaciones, y cantos a la sordina... y todo lo que usted quiera, hasta acabar por dormirse. Tras esto callaron todos por un buen rato, como si se tratara de poner a prueba las afirmaciones de Leto, mientras el yacht continuó deslizándose al mismo andar.
Y dejó los hombros de don Juan y se acercó á la mesa. ¿Qué haces? dijo don Juan. ¡Tengo sed! ¡una sed que me devora! contestó Dorotea fijando una mirada indescribible en la pera adornada con el lazo rojo y negro que se veía en medio de la mesa. Y tomó una botella y llenó de vino una copa.
Apenas hacía dos minutos que estaba allí, absorta, pensativa y fijando larga y melancólica mirada en la tranquila haz del agua, cuando un precipitado sonar de alas que venía acercándose estremeció todo su cuerpo y alborozó su alma con agradable susto.
Entonces le ha cogido la cabeza con las dos manos, fijando un instante sobre la infeliz, toda trémula, sus ojos sombríos, y después ha murmurado esas palabras melancólicas: ¡La expiación! ¡la expiación!
Palabra del Dia
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