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Actualizado: 27 de octubre de 2025


Puse otra vez los dos retratos y el estuche en el cofrecillo, éste en su lugar, cerré el armario, y no sabiendo adónde había ido Amparo, me resigné a esperar su vuelta con la menor impaciencia posible. Al pasar por su gabinete vi una carta abierta sobre un velador. Aquella carta era sin duda la que había causado la precipitada salida de Amparo. La leí y palidecí como ella había palidecido.

Todavía porfiaba mi marido, con la gorra en la mano, a querer ir acompañando al alcalde, viendo lo cual mi señora, llena de cólera y enojo, sacó un alfiler gordo, o creo que un punzón, del estuche, y clavósele por los lomos, de manera que mi marido dio una gran voz y torció el cuerpo, de suerte que dio con su señora en el suelo.

Pierrepont, desconcertado al pronto, aguardó algunos instantes, pero al fin se decidió a seguirla; la habitación estaba casi a obscuras, cerradas las persianas para preservarse sin duda contra el fuerte calor; el marqués pudo, sin embargo, advertir que Beatriz no estaba allí; se presentó un momento después llevando un estuche en la mano.

Mas como su peculio no bastase para atender a tan numerosas caridades, diose traza para obtener dinero de su padre valiéndose de mil ardides inocentes; un día pidiéndole para una sombrilla, otro para un reloj, otro para un estuche de costura, etcétera. Tanto fue lo que abusó, no obstante, que don Mariano sospechó la verdad y señaló un límite a sus larguezas.

Un cuarto de hora después, salía de allí llevando en la mano un estuche que mostré al conserje, para que viera que efectivamente era de mi propiedad, y en el fondo de la bolsa de mi abrigo un bulto pequeñísimo, envuelto en gasa. Eso naturalmente no lo vió el buen hombre. Matilde estaba ya en su lecho, cuando fuí a darle las buenas noches.

No por cierto: una encomienda. Mirad, padre. Y Montiño sacó un estuche y le abrió. Pero eso es un collar de perlas dijo el padre Aliaga. Montiño, que no se había repuesto de su turbación, había tomado un estuche por otro, y había mostrado al fraile la alhaja que el duque de Lerma le había dado para seducir á la aventurera con quien se pensaba entretener al príncipe don Felipe.

Tragomer, entonces, sacó un estuche de pinturas y postizos, hizo sentar á Jacobo y como si le estuviese pintando para un baile, le extendió en la cara un tinte de color de ladrillo. Después le pegó cuidadosamente algunos pelos rojos en la barbilla, y satisfecho de su obra, entregó á su amigo un espejito redondo, diciéndole: Toma. ¿Te reconoces?

Paco admiraba en silencio la hermosura de Ana, cuya cabeza hundida en la blancura blanda de las almohadas le parecía «una joya en su estuche». Observó Visita que más que nunca se parecía entonces Ana a la Virgen de la Silla. La fiebre daba luz y lumbre a los ojos de la Regenta, y a su rostro rosas encarnadas; y en el sonreír parecía una santa.

Una exclamación general de asombro se escapó de todos los labios, ahogando el sordo rugido de rabia y despecho que hinchó la garganta de Currita... Sobre el blanco terciopelo que forraba el interior destacábase, en toda su magnificencia, la obra maestra de Enrique de Arfe, el marco antiguo de plata cincelada que había regalado ella a Jacobo en aquel mismo estuche, con su propio retrato de reina japonesa... Este había desaparecido, y veíase en su lugar otra extraña fotografía: representaba una camelia de tamaño natural, y echada sobre ella como sobre el alféizar de una ventana, aparecía el busto de una mujer, de la dama duende que todos conocían, apoyada la mejilla izquierda sobre ambas manos cruzadas, mirando al frente con provocativa insolencia, sacando la lengua con gesto de pilluelo redomado a todo el que mirase el retrato por cualquier lado que fuese; por debajo, leíase escrito con muy buena letra inglesa: A LA EXCMA. SRA. CONDESA DE ALBORNOZ, Mademoiselle de Sirop.

Melchor puso todo sobre la mesa y con absoluta calma, sin apuro, casi displicentemente, desató el pequeño estuche que abrió y, sin detenerse a contemplarlo, lo mostró a Lorenzo y Ricardo que exclamaron: ¡Qué maravilla!... ¡Qué buen gusto!...

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