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Volvióse Jacobo del otro lado, ahogando estas reflexiones con su voluntad ya despierta, y tiró de la campanilla, murmurando entre dientes: Amar a nuestro prójimo Nos manda la doctrina, Y al prójimo en la guerra Le dan contra una esquina. Entró Damián, trayendo, como todos los días, el correo y los periódicos, que puso al alcance de la mano de Jacobo sobre la mesa de noche.

Tómame todo: mi vida es tuya decía él ebrio de dicha. Te quiero, te quiero, Gonzalo, por lo hermoso, por lo fuerte... A ver, déjame poner una mano sobre la tuya... Qué disparate, ¡parece una hormiga! Una hormiga blanca replicaba él ahogando aquella diminuta mano entre las suyas grandes y fibrosas. Te quiero, te quiero, Gonzalo. Tómame en brazos. ¿Serás capaz de pasear conmigo así?

Sin que lo viese ella, que tenía escondida la cabeza entre las manos, levantó los brazos y llevó los puños crispados a los ojos. Dio dos vueltas por el gabinete. Volvió a paso largo al lado de la Regenta que seguía de rodillas, sollozando y ahogando el llanto para que no sonase. Ahora, Ana, ahora es mejor... aquí... aún hay tiempo.... Aquí no, no.... Ya es hora... va usted a llegar tarde....

Ave María, que Dios nos guarde respondieron los dos frailes que oprimían al barbero con toda su rotundidad monacal y que comprendieron, por sus movimientos bruscos y agitados que aquél buscaba su cuchillo . En nombre del Cielo, ¡no haga usted eso, hijo mío! ¿No comprende que sería un homicidio? Pero, padres míos, los homicidas son ustedes... ¿no comprenden que me están ahogando? ¡Por Cristo!

Stein lanzó un profundo suspiro, que parecía estarle ahogando, y pasó su pañuelo por su húmeda frente. «¡Oh! exclamó , ¡la sospecha, que crea la idea de la posibilidad del engaño que no existía en nuestra alma!, ¡oh!, la infame sospecha, hija de malos instintos o de peores insinuaciones, por un momento este monstruo ha envilecido mi alma y ya para siempre tendré que sonrojarme ante María

El alma de mi raza tiene ensueños románticos; calma sus pesadumbres con amorosos cánticos, en idílicas noches, bajo un claro fulgor. Sonríe cuando mira la pensativa luna rielar sobre las ondas de una inquieta laguna, fingiendo dulce calma, ahogando su dolor. Sonríe cuando escucha, en la blanca mañana, los acordes de un canto que un pájaro desgrana en las frondas de un bosque virgen de humano pie.

?Que quereis decir con esto? Respondo como el, es demasiado tarde. Jamas puede serlo para reconciliaros con vuestra alma, y para reconciliarla con Dios. ?No teneis ya esperanza? Estoy admirado: aquellos que desesperan del cielo se crean sobre la tierra alguna fantasma que es para ellos como la debil rama a la que se agarra un desgraciado que se esta ahogando.

Algunos segundos después de la explosión, ya no pensábamos más que en nosotros mismos. Rendido el Bucentauro, todo el fuego enemigo se dirigió contra nuestro navío, cuya pérdida era ya segura. El entusiasmo de los primeros momentos se había apagado en , y mi corazón se llenó de un terror que me paralizaba, ahogando todas las funciones de mi espíritu, excepto la curiosidad.

Un pensamiento de esta clase ocurriendo en la agitacion causada por las pasiones, produce un efecto semejante al de una palabra juiciosa, incisiva y penetrante, lanzada en medio de una asamblea turbulenta. ¡Cuántas veces se nota que una mirada expresiva cambia el estado del espíritu de uno de los circunstantes, moderando ó ahogando una pasion enardecida! ¿Y qué ha expresado aquella mirada? nada mas que un recuerdo del decoro, una consideracion al lugar ó a las personas, una reconvencion amistosa, una delicada ironía; nada mas que una apelacion al buen sentido del mismo que era juguete de la pasion; y esto ha sido suficiente para que la pasion se amortiguase.

¡Ah! gritó, ahogando el grito antes de salir de los labios, Emma, que acababa de ver un pie de la Gorgheggi, al descender la tiple majestuosamente de su trono de madera pintada de colorines. Fuera un anacronismo o no, las botas de S. A. eran idénticas a las que había comprado ella por la tarde. Fuejos no había mentido. Lo mismo que las mías.