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Actualizado: 8 de junio de 2025
Unicamente debo dejar consignado que Julieta estaba hecha una real moza, y que no se separó de ella un solo instante el consabido diplomático de El Ariete; que doña Juana no cabía en la casa, de satisfecha, soplada y bullidora; que don Simón se desvivía por obsequiar a todo el mundo, a pesar de hallarse algo contrariado por la circunstancia de que un inesperado Consejo de Ministros había impedido a alguno de éstos honrar la casa con su presencia; y, por último, que la concurrencia, deseando corresponder de un modo digno a tantos obsequios, bailó de firme; registró toda la casa; murmuró en cada rincón de la simplicidad del dueño y de la estrepitosa cursilería de su señora; desafinó el piano; desgajó, con parte de los tabiques, dos cortinones; se chupó o se embolsó medio millar de ricos habanos, y dejó el ambigú como si sobre él hubiera pasado un huracán.
Los ojos de Juan brillan en las tinieblas, su respiración es ardiente; con una risa estrepitosa dice: No nos rodea de una aureola este bien inútil; estamos condenados en la tierra y en los cielos. Por lo tanto, aprovechemos al menos... Se interrumpe, prestando atención. ¡Calla!... He creído oír... en la pradera...
Siempre te estimé aunque seas de Entralgo, porque los mozos plantados y valientes como tú se estiman... vamos... y parecen bien donde quiera que vayan. Eso está bien hablado, Toribio le contesté, y si hubieras, hablado siempre así yo no hubiera alzado el garrote. Quino y Celso, que le habían estado mirando con estupor durante el relato, soltaron al cabo una estrepitosa carcajada.
Todos ellos sonreían satisfechos de la caricia de popularidad que les alcanzaba yendo al lado del torero. En la puerta de la casa hubo durante el día reparto de limosnas. Llegaron pobres hasta de los pueblos, atraídos por la fama de esta boda estrepitosa. En el patio hubo gran comilona. Algunos fotógrafos sacaron instantáneas para los periódicos de Madrid.
Encabritóse mi caballo, y al avanzar siguiendo el escuadrón, sentí la estrepitosa risa de un soldado que decía: «Aquí no se viene a leer cartas.» Corrimos fuera de la carretera, y todos mis compañeros proferían exclamaciones de frenética alegría. Vi los cañones inmóviles y delante una espesa cortina de humo, que al disiparse permitía distinguir los restos del batallón de marinos.
¡Ay, Plutón! exclamó Flora soltando una estrepitosa carcajada ¡Ay, Plutón! ¡qué gracia!... ¡Toma, Plutón!... ¡aquí, Plutón! Y se retorcía de risa, dándose en las rodillas con las palmas de las manos. ¡De qué te ríes tú, bestia! profirió el designado por aquel nombre mirándola iracundo. Flora no hizo caso alguno de su cólera y siguió riendo á boca llena.
Tú serías bebedor á fuer de soldado... no se ha de decir que te he dejado morir de sed, viéndonos vaciar veinte botellas... ¡toma! Y esto diciendo llevóse la copa á los labios, y después de humedecérselos con el licor que contenía, le arrojó el resto á la cara, prorrumpiendo en una carcajada estrepitosa al ver cómo caía el vino sobre la tumba goteando de las barbas de piedra del inmóvil guerrero.
Y sin tomar nota de esta severa advertencia, al poco rato volvió a las reticencias y sarcasmos; de tal suerte que Grass perdió al cabo la paciencia. Ciego de ira alzó la mano... y el dulce sosiego del bosque fue turbado por una estrepitosa bofetada. Veinte manos vinieron instantáneamente a sujetarle. Otras tantas lo menos acudieron a contener a Timoteo.
La de San Juan, sobre todo, había en toda España estrepitosa algazara, encendiéndose hogueras y luminarias en todas las alturas, según una antigua costumbre; resonaban por todas partes voces de júbilo, y en aldeas y ciudades hormigueaban alegres grupos que se solazaban bailando, cantando y retozando, ó discurriendo callados y entregándose á la alegría y libertad universal de esta noche.
Como protesta de la eterna vida, en el mismo camposanto las malas hierbas crecen vigorosas, extienden sus vástagos robustos por el suelo y dan un olor acre en el crepúsculo, tras de las horas de sol; pían los pájaros con algarabía estrepitosa y los gallos lanzan al aire su cacareo valiente, como un desafío.
Palabra del Dia
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