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Refugiáronse al huerto el cura de Naya y Julián, pasando por la cocina, donde la algazara de los criados, primas del cura, cocineras y músicos era formidable, y los jarros se evaporaban y la comilona amenazaba durar hasta el sol puesto.

La tía Alcaparrona también bebió, y su hijo, que al fin había conseguido agregarse al cortejo del amo, pasaba y repasaba ante éste, enseñándole la dentadura caballar con la mejor de sus sonrisas. Dupont peroraba tremolando en alto la botella. Venía para invitar a su comilona a todas las muchachas de la gañanía, pero sólo a las guapas.

Las mujeres, mientras llegaba la oportunidad de proveer la despensa de lo que en ella faltase, pasaban revista y recontaban, manoseaban y apercibían los utensilios de mesa para la «comilona» de aquella gran ocasión, y a los primeros amagos de desnieve salieron propios en todas direcciones, y, a la vez que ellos, el peatón del correo que se llevó en la valija los avisos que no podían distribuir los propios.

Todos ellos sonreían satisfechos de la caricia de popularidad que les alcanzaba yendo al lado del torero. En la puerta de la casa hubo durante el día reparto de limosnas. Llegaron pobres hasta de los pueblos, atraídos por la fama de esta boda estrepitosa. En el patio hubo gran comilona. Algunos fotógrafos sacaron instantáneas para los periódicos de Madrid.

Y yo no hacía más que apretar manos, unas tras otras, con un ardor metódico: gracias, a la derecha; gracias, a la izquierda... Sentía un verdadero agradecimiento para todos esos imbéciles, que se acercaban a congratularme solícitos y alegres, gracias a la perspectiva de una buena comilona. Faltaba uno todavía: Lotario.

Al mismo D. Acisclo, agradeciéndole mucho su regalo suntuoso, y las intenciones que tenía de convidar a toda su parentela, y de dar una comilona y un baile, le suplicó doña Luz que no hiciese nada; que ella quería casarse, ya que no en secreto, en silencio. A cencerros tapados dijo D. Acisclo, que era muy aficionado a usar en sentido metafórico la palabra cencerro.

Justa y Rufina, con los demás cofrades invitados al yantar con que se festejaban y festejaban á las Patronas de la Ciudad, que pecaba de sobrio, si lo comparamos con los refinamientos y exquisiteces de la cocina moderna, pues, ya vemos que los comensales se contentaron con pollos y gallinas, vaca, ternera, manjar blanco, frutas, vinillo de villarreal y de la sierra, suprimiendo, quizá por cara, la nieve, que ya entonces estaba muy en uso, no obstante que esta comilona tuvo que efectuarse en un mes de los estivales, á juzgar por las frutas que se sirvieron.

Aquel tejemaneje industrial y administrativo en que por fas o por nefas siempre figuraban Körner y Nepomuceno manejándolo todo, les había costado no pocas reyertas, y no pocas componendas... y no pocos cuartos, por la necesidad de vencer escrúpulos de la ley y de la Administración pública, representada por el personal respectivo; pero hoy una comilona, mañana otra, regalitos, palmadas en el hombro, recomendaciones y otros expedientes, habían ido allanándolo todo.