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Actualizado: 11 de septiembre de 2025
Gibbons y su esposa, viejos servidores de los antiguos dueños, estaban algo sorprendidos, según me pareció, de ver que yo solo había venido en compañía de su joven ama, a pesar de que Mabel les había explicado que deseaba hacer un examen de todos los objetos pertenecientes a su padre que había en la biblioteca, y que por esa razón me había invitado para que la acompañara.
Con todo, dijo que diesen la camisa a Sancho, y, encerrándose con él en una cuadra donde estaba un rico lecho, se desnudó y vistió la camisa; y, viéndose solo con Sancho, le dijo: -Dime, truhán moderno y majadero antiguo: ¿parécete bien deshonrar y afrentar a una dueña tan veneranda y tan digna de respeto como aquélla? ¿Tiempos eran aquéllos para acordarte del rucio, o señores son éstos para dejar mal pasar a las bestias, tratando tan elegantemente a sus dueños?
Aquéllos y éstos se afanaron y afanan en buscar y en reunir, inteligentemente, movidos del noble intento de evitar la pérdida ó destrucción de ejemplares que importan al conocimiento de la historia de nuestras artes; y gracias á ellos, se ha salvado en nuestra patria buen número de objetos artísticos inapreciables, que sin la diligencia, el entusiasmo y el cariño de sus dueños, habrían ido á aumentar los tesoros artisticos del extranjero.
No siguió diciendo el señorito; para Salvatierra una camisa de fuerza, y que vaya a propagar sus doctrinas en una casa de locos lo que le quede de vida. El público de Dupont aprobaba estas soluciones. Los dueños de las ganaderías de caballos, viejos de patillas entrecanas que se pasaban las horas mirando la botella con un silencio sacerdotal, rompían su gravedad para sonreír al joven.
Resulta de este estudio que la navegacion desde Sevilla á Córdoba, y vice-versa, se mantenia espedita en tiempo de S. Fernando; que despues del reinado de D. Alonso el Sabio, atropellando intereses particulares al público, empezaron á entorpecer aquella libre navegacion con azudas para molinos, que, aunque dejaban canales para el paso de los barcos, causaban grandes molestias á los traficantes y barqueros; que reinando D. Pedro el Cruel se quejaron los barqueros de Sevilla del daño que les hacian los dueños de aquellos molinos cerrando las canales por donde pasaban antes los barcos, y el rey dió auto poniendo remedio, en cuya virtud el alcalde mayor de Córdoba, para que constase siempre en adelante el ancho que habian de tener las canales de las presas, tomó la medida en el arco de las bendiciones de la catedral, y la dió por norma para la anchura referida, señalando de fondo dos varas; que la navegacion se abandonó despues por los robos que con sus entradas hacian en los pasajeros los moros de Granada; que por los años de 1524, habiendo vuelto de Paris el maestro Fernan Perez de Oliva, se agitó nuevamente este asunto con mucho calor en el cabildo de Córdoba, en una de cuyas sesiones propuso aquel sabio economista, que dejando el antiguo y mezquino modo de navegar con barquillos traidos á remo, se estableciese la navegacion á la sírga, tan fácil y productiva, como se practicaba en muchos rios de Italia, Francia y Flandes con barcas de suelo llano que cargaban mas de 200 carros de peso y calaban menos de una braza de agua; finalmente, que en 1561 se volvió á tratar este importante negocio, hizo el rey Felipe II reconocer el rio por personas entendidas, é informado de que la navegacion del Guadalquivir ofrecia dificultades nada insuperables, resolvió S. M. fuese restablecida en cuanto se acabasen las obras para dejar corriente la del Tajo, donde por la singular industria y grande ánimo de Juan Bautista Antonelli se estaban venciendo obstáculos mucho mayores.
E luego embió sus cartas á todas las cibdades e villas para que le prestasen cierta suma de maravedís, según el repartimiento que á cada uno cupo. Allende de esto, escribió á perlados é caballeros é dueños é mercaderes é otras personas singulares que le prestasen lo que le podiesen prestar.
Venid a sentaros en esta tienda de cepillos, papá, os lo permitirán dijo Eppie, siempre sobre el quién vive, con el temor de que su padre fuera a ser presa de uno de sus extraños ataques . Quizás los dueños puedan deciros todo lo que ha pasado.
Bajaban á la villa con sus esposas, ganosos de hacer alardes de riqueza para deslumbrar al vecino, y compraban lo más extravagante y chillón, todo lo que en almacenes y tiendas no sabían á quién colocar; muebles complicados y bizarros que se cubrían de polvo de mineral, sin que sus dueños osasen acercarse á ellos, por miedo á deslucirlos.
Esmeráronse en prepararlo todo los criados, inspeccionándolo cuidadosamente el mayordomo, y a la hora fijada estaba puesta la mesa de tal suerte, que juntamente daba muestra de la calidad de los dueños y del esmero de la servidumbre.
Los dueños duermen con las gallinas, el cerdo y el caballo: la miseria y el descuido de los rústicos en casi todos los países. Se le ocurre á usted que con poco dinero podría crearse allí un retiro campestre. Estas buenas gentes no deben pedir mucho, por exageradas que sean sus pretensiones.
Palabra del Dia
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