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La piedra cae sin conocer su caida; el rayo calcína y pulveriza, ignorando su fuerza; la flor nada sabe de su encantadora hermosura; el bruto animal sigue sus instintos, sin preguntarse la razon de ellos; solo el hombre, en frágil organizacion que aparece un momento sobre la tierra para deshacerse luego en polvo, abriga un espíritu que despues de abarcar el mundo, ansía por comprenderse, encerrándose en propio, allí dentro, como en un santuario donde él mismo es á un tiempo el oráculo y el consultor.

Como en el concepto general se prescinde absolutamente de dichas condiciones, no puede descubrirse por el concepto solo, la contradiccion que en ellas pueda haber; de donde resulta que no encerrándose en el concepto ninguna contradiccion, se puede tropezar con ella tan pronto como se quiera realizar lo que está contenido en el mismo.

Lázaro cruzó ante ellos sin detenerse, pidió albergue, ajustó una mula para ir hasta su pueblo al otro día, y, encerrándose en un estrecho cuarto, se dispuso a pasar la noche. Caía la tarde.

Muchas niñas bonitas de Londres sienten en la actualidad una secreta admiración por algún joven gañán o un caballerizo buen mozo de la posesión de su padre, encerrándose la gravedad de este amor no declarado en la completa imposibilidad de su realización.

Las damas salieron: S. I. quedó corrido; y después de indicar al Magistral que las acompañara por los pasillos estrechos y enrevesados, se puso en salvo, encerrándose en el oratorio, para evitar explicaciones. El Magistral no pensó en buscarle. La de Páez iba con la cabeza baja. Temía también una reprensión del prebendado.

Es por eso que, cuando se viaja en Europa entre ingleses y franceses, se ve siempre á los primeros silenciosos, esquivos, encerrándose en su personalidad rigorosa; miéntras que los otros entran desde luego en el amplio carril de la conversacion desembarazada y múltiple, llegando fácilmente hasta la jovialidad.

Encerrándose en su alcoba, bajo llave, se entregaba al empleo de la disciplina en su enfermo cuerpo. Con frecuencia este ministro protestante y puritano se las había aplicado á las espaldas, riéndose amargamente de mismo al mismo tiempo, y fustigándose aun más implacablemente á causa de esta risa amarga.

Y así, fatigado deste pensamiento, abrevió su venteril y limitada cena; la cual acabada, llamó al ventero, y, encerrándose con él en la caballeriza, se hincó de rodillas ante él, diciéndole: -No me levantaré jamás de donde estoy, valeroso caballero, fasta que la vuestra cortesía me otorgue un don que pedirle quiero, el cual redundará en alabanza vuestra y en pro del género humano.

Con todo, dijo que diesen la camisa a Sancho, y, encerrándose con él en una cuadra donde estaba un rico lecho, se desnudó y vistió la camisa; y, viéndose solo con Sancho, le dijo: -Dime, truhán moderno y majadero antiguo: ¿parécete bien deshonrar y afrentar a una dueña tan veneranda y tan digna de respeto como aquélla? ¿Tiempos eran aquéllos para acordarte del rucio, o señores son éstos para dejar mal pasar a las bestias, tratando tan elegantemente a sus dueños?

Garabato acogía con resignación estas amenazas, pero se vengaba de ellas encerrándose en un silencio de hombre superior, contestando con encogimientos de hombros a la alegría del maestro cuando éste, al volver de la plaza en una tarde feliz, preguntaba con satisfacción infantil: ¿Qué te ha paresío? ¿Verdá que estuve güeno? De la camaradería juvenil guardaba el privilegio de tutear al amo.