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Actualizado: 11 de junio de 2025
Entramos al fin en el río, cuyo frescor agradecieron mucho nuestros cuerpos, secos e irritados por el calor y el polvo, y algún tiempo después, cuando comenzaban a iluminar el horizonte los primeros vislumbres de la aurora, ya éramos dueños de la orilla derecha.
Siempre acatando humildemente los mandatos de mis señores y dueños; pero, salvo el respetable parecer de la señora marquesa, quisiera yo..., me atrevería yo, mejor dicho, a suplicarla que se dignara tener en cuenta que cuando a un hombre, ya encanecido, le abonan treinta y ocho años, bien largos, de incesantes, aunque modestos servicios en una sola casa como me abonan a mí, se puede disculpar..., creo que es de necesidad y de justicia, que este hombre se muestre lastimado de cualquier expresión...
En otro tiempo, los holandeses, que se habían hecho dueños de la Malasia, tuvieron el monopolio de la nuez moscada, y para sostenerlo, impidiendo la competencia, destruyeron inmensos plantíos valiéndose de medios violentos y hasta inhumanos, y limitaron el cultivo a la isla de Banda, que produce la mejor calidad de ellas, y a otras tres islas de aquel archipiélago; pero pronto se convencieron de lo poco discreto de tal sistema, tratándose de un producto de puro lujo y de uso limitado, y dejaron a los malayos la libertad de cultivarlo a su guisa.
En cambio, había en la casa donde vivían, gentes, peor enteradas o menos maliciosas, para quienes nada pecaminoso manchaba aquellas amistades, las cuales explicaban diciendo que Luis y Genoveva eran dueños de una cerería; que Casilda y Damián eran exageradamente devotos, tanto, que gastaban mucho dinero en alumbrar los altares, y finalmente, que de esta suerte, unos a fuerza de vender y otros de comprar cirios y velas, llegaron a ser amigos íntimos.
Muntaner, ciudadano de Valencia, fué el encargado de la defensa de Gallípoli. Luego, derrotando á sus enemigos con una buena suerte casi milagrosa, tomaron la ofensiva, haciéndose dueños de Tracia y llegando en sus audaces correrías hasta la misma Constantinopla.
Y hablando del célebre pasto con otros que eran dueños igualmente de tierras yermas y esperaban el momento del riego, no sentían el paso de las horas nocturnas. Experimentaban las mismas emociones de los niños mientras escuchan en la velada el relato de un cuento prodigioso.
Oían aún á sus espaldas las conversaciones de los cocheros ocultos en la revuelta de la calle, las voces de los empleados del club llamando á los carruajes por el nombre de sus dueños, los pataleos de los caballos que sacudían su espera dormitante, los primeros ronquidos de los automóviles al reanudar su funcionamiento.
De entre aquella cordillera de olvidados expedientes, de los cuales hasta sus dueños habían perdido el recuerdo, y aglomerados allí por la contumaz procrastinación del ilustre Papiniano villaverdino; de entre aquella balumba de papeles amarillentos y polvorosos surgía un crucifijo, un cristo de talla, hecho en Guatemala, al decir de don Juan.
El Duque mandó soltar todos los prisioneros y volverles lo que les habían tomado, y envió con su secretario Monreal al jeque, siete esclavos negros que se habían huído de sus amos para venir á ser cristianos. Paresció mal á todos, porque cuando quisieran complacer al jeque y á sus dueños, pudieran pagárselos.
El pan se amontonaba detrás del mostrador, al amparo de los dueños, como si éstos temiesen los hurtos de los parroquianos ó una súbita acometida de los hambrientos que pululaban afuera. Un tonel de sardinas doradas por la ranciedad, esparcía acre hedor.
Palabra del Dia
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