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Actualizado: 3 de mayo de 2025


Adiós, Crainqueville; mi nieto me espera. Para el pobre no hay fiestas. Esta noche trabajará como todas. El filósofo ambulante, que había terminado por aceptar la vida ilusoria de su compañera, creyó del caso darle algunos consejos. Te estás matando. Apenas comes; bebes demasiado. Gastas tu dinero exageradamente; vas á perder tu capital.

El guapo se mostró entonces exageradamente cariñoso y rendido, cubriéndola de flores y requiebros. La ruda y graciosa morena concluyó por decir sonriendo: ¡Calla, calla, Velázquez, que me empalaga la arropía! Pero á su espalda se había armado gran algazara. El señor Rafael, harto de cantar y tocar, se entretenía, como de costumbre, en embromar á su sobrino. Has hecho una buena boda, Pepa.

No se crea por lo dicho que acuse yo al señor Ortiz de Pinedo de crear personajes exageradamente malos. El peor de cuantos en La sima figuran tiene en el mundo, fuerza es confesarlo, modelos más viciosos, más perversos y más ruines. No peca, pues, el Sr.

Todos los sentimientos, desde los más exageradamente nobles y más tiernos, hasta las pasiones más violentas y el odio más implacable, supo pintarlo con los rasgos más persuasivos; todos los caracteres y todos los tipos humanos con la verdad más deslumbradora, trazando de este modo la personificación completa de las manifestaciones más notables de la vida.

Unos pasos más allá, don Jacobo alcanzó a unos niños que, con las piernas desnudas, removían las aguas de la corriente bajo los sauces, y se familiarizó de tal modo con ellos, gracias a su charla peculiar, que fueron bastante atrevidos para subírsele por las piernas del caballo hasta la silla, y tuvo al fin que afectar una cara exageradamente feroz y largarse dejando tras de algunas monedas cuando quiso librarse de ellos.

Su talle sin artificio que la oprimiera exageradamente, tenía al cambiar de postura movimientos que acusaban formas esbeltas de curvas admirables. El pelo, casi negro, recogido y alisado con extremada modestia, avaloraba la blancura mate y dorada de la tez, vivificada por venas finísimas y azuladas.

Por eso Paris, sin dejar de ser una ciudad importantísima, es una ciudad aparente; artísticamente mentirosa, artísticamente exagerada, exageradamente culta. Llegamos al hotel cerca de las diez, y mi mujer y yo digimos: Paris es un mónstruo muy bello, sobre todo muy iluminado: su morada seria deliciosa sin coches: con coches, viene á ser un infierno vivo.

En cambio, había en la casa donde vivían, gentes, peor enteradas o menos maliciosas, para quienes nada pecaminoso manchaba aquellas amistades, las cuales explicaban diciendo que Luis y Genoveva eran dueños de una cerería; que Casilda y Damián eran exageradamente devotos, tanto, que gastaban mucho dinero en alumbrar los altares, y finalmente, que de esta suerte, unos a fuerza de vender y otros de comprar cirios y velas, llegaron a ser amigos íntimos.

Otro fenómeno semejante, y cuyo origen es el mismo que el de su modo de componer, exageradamente artístico, encontramos, más ó menos pronunciado, en la elocución dramática, que puede considerarse como propia y exclusiva de este poeta.

¡Qué pobrecita! ¿Pobrecita por qué? ¿Por qué? por esos extremos... por esos estímulos que necesita.... ¿Y eso qué importa? Su temperamento exige todo eso.... ¿De modo que usted cree que ayer era devota, exageradamente devota porque... tal vez había quien influía en su espíritu en cierto sentido?... Justo. Es muy probable.

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