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Actualizado: 29 de junio de 2025
El busto de un personaje desconocido que en Apsley House posee el duque de Wellington. El del letrado Don Diego del Corral, de cuerpo entero y tamaño natural, vestido con ropón, junto a una mesa y papeles en las manos. Debió de pintarlo hacia 1632, y es propiedad de la duquesa de Villahermosa.
Todos los sentimientos, desde los más exageradamente nobles y más tiernos, hasta las pasiones más violentas y el odio más implacable, supo pintarlo con los rasgos más persuasivos; todos los caracteres y todos los tipos humanos con la verdad más deslumbradora, trazando de este modo la personificación completa de las manifestaciones más notables de la vida.
Y aquellas damas se pusieron todas a lamentarse de las deficiencias que ofrecía el asilo, a pintarlo con negros colores, a proponer reformas en él para dejarlo confortable. El duque las escuchaba con risueña indiferencia, con la atención un poco burlona que se presta a un niño mimoso. Bien, bien; ya arreglaremos eso; pero antes déjenme ustedes poner el negocio en marcha, ¿verdad Regnault?
Los amos de las barcas se calientan el caletre buscando un nombre bonito para pintarlo en la popa. Una la Purísima Concepción, otra Rosa del Mar, aquélla Los Dos Amigos; pero llega la gente con su manía de sacar motes, y se llaman La Pava, El Lorito, La Medio Rollo, y gracias que no las distingan con nombres menos decentes. Sólo con este apodo la conocen. Bien le interrumpí, pero ¿y El Socarrao?
Debió de pintarlo antes de 1639, en cuyo mes de Diciembre, viviendo en casa del Duque de Medinaceli, fue preso el gran poeta por orden del Conde-Duque. Acaso fuera esta la única ocasión en que Velázquez tuvo por modelo a quien valía tanto como él.
Los amos de las barcas se calientan el caletre buscando un nombre bonito para pintarlo en la popa. Una, la Purísima Concepción; otra, Rosa del Mar; aquélla, Los Dos Amigos; pero llega la gente con su manía de sacar motes, y se llaman La Pava, El Lorito, La Medio Rollo, y gracias que no las distingan con nombres menos decentes.
El recuerdo del país natal le infundió un candoroso entusiasmo, y allí fue el pintarlo y describirlo con hipérboles graciosas, y un colorido poético que con gran entretenimiento y gozo saborearon las tres mujeres. Incitado por ellas, contó algunos pasajes de su vida, toda llena de estupendos casos, peligrosas empresas y fantásticas aventuras.
Palabra del Dia
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