United States or Eswatini ? Vote for the TOP Country of the Week !


Y así estuvo hasta cerca del amanecer, cortando, aplastando con locos pataleos, jurando á gritos, rugiendo blasfemias; hasta que al fin el cansancio aplacó su furia, y se arrojó en un surco llorando como un niño, pensando que la tierra sería en adelante su cama eterna y su único oficio mendigar en los caminos.

Los pájaros revoloteaban con alegres gorjeos y, detrás de una tapia orlada de yedra, oíanse voces de niños que reían y disputaban entre confusos pataleos y llamadas guerreras. Las mujeres pasaban con su cesto de provisiones al brazo. Un carpintero, delante de su banco, cepillaba unas tablas, cuyas olorosas virutas se rizaban alrededor.

¡Por Santiago! ¡qué brincos! ¡qué mugidos! ¡bravo, toro! el picador rueda derribado; su valiente caballo tiene el flanco abierto; sus entrañas salen entre torrentes de sangre. Da algunos pasos... cae... y muere... ¡Bien, compadre de los cuernos agudos, bien! por eso oyes resonar los pataleos y los gritos de una alegría frenética. Yo le digo aún: ¡como hay Dios! ¡será una hermosa corrida!

Tenían las horas contadas para visitar la ciudad, y el retraso del buque en acercarse al muelle era acogido por algunas mujeres con pataleos de impaciencia, como si temiesen no desembarcar a tiempo y que la mágica urbe de belleza tropical se desvaneciese de pronto. Así como el trasatlántico avanzaba tierra adentro, cada vez con mayor lentitud, hacíase sentir un calor húmedo, asfixiante.

Ambos son venenos virosos, es a saber, que se queda uno dormido y en sueños se acaba. Pero yo me pregunto: En las tinieblas del sueño, ¿no producirán los pataleos de la bestia horribles martirios? ¿Qué te parece a ti? ¿Preferiremos la digitalina, que mata por asfixia? ¿O nos fijaremos en los mercuriales? Míralos aquí: El ioduro de Mercurio, rojo; el cianuro de Mercurio, blanco.

Nació gimiendo; entre gruñidos y pataleos recibió el agua del bautismo, y gruñendo volvió a casa y continuó, sin cesar, muchos días, comiéndose los puños apretados y perneando rabioso, como sapo clavado en estaca, mientras la pacífica y rozagante Verónica, olvidada de su familia en el último confín del hogar, no se moría de hambre porque la niñera cuidaba, de propio impulso, de esos y otros menesteres.

Oían aún á sus espaldas las conversaciones de los cocheros ocultos en la revuelta de la calle, las voces de los empleados del club llamando á los carruajes por el nombre de sus dueños, los pataleos de los caballos que sacudían su espera dormitante, los primeros ronquidos de los automóviles al reanudar su funcionamiento.

Es fuerza que acabe por encontrarlo. Al fin lo encuentra. Una noche, muy tarde, a principios de septiembre, sus investigaciones lo llevan a B... aldea situada dos leguas al norte de Marienfeld. A través de las ventanas cerradas de la taberna, se oye un ruido confuso, pataleos, gritos y cánticos avinados. Baja pesadamente del carruaje y ata el caballo a la puerta del patio.

Piafaban los caballos con la boca llena de espuma, esparciendo en torno el pajizo olor de las cuadras, y de vez en cuando un relincho contagiaba a toda la línea de brutos briosos, que parecían contestar con nerviosos pataleos a este llamamiento de libertad.

Y tras estos ejemplares de la miseria y la enfermedad, sonaban las tristes herraduras de los inválidos del trabajo: caballos de tahonas y de fábricas, machos de labranza, jacos de coche de alquiler, todos soñolientos por el hábito de arrastrar años y años el arado o la carreta; parias infelices que iban a ser explotados hasta el último instante, dando diversión a los hombres con sus pataleos y saltos al sentir en el abdomen los cuernos del toro.