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Actualizado: 3 de junio de 2025


Rosita, Rosita, trata de arrastrarme detrás de esos naranjos antes de que amanezca, porque yo no puedo valerme. ¡Oh! ¡sufro mucho! El desgraciado se había fracturado el fémur y los huesos le agujereaban la piel. Rosita, amor mío, Rosita mía, ayúdame... repetía con voz débil. La monja lanzó una carcajada convulsiva y violenta, sus ojos se agrandaron de una manera espantosa, pero no se movió.

¡Ay, hijo de mi alma! me respondió, sentándose a mi lado y palmoteando sobre mi espalda con su mano derecha . ¡Cómo te engaña el bien querer! Cierto que no soy lo que te pinté en mis cartas, sin faltar a la verdad, porque desde que me diste el que te pedía en ellas, esponjé de pronto medio palmo, por un respingo de la alegría que aún me dura... ¡Qué cosas, hombre! ¡Quién había de decirme a , poco tiempo hace, que el caer o no caer de repente un roble viejo, podía depender de!... Vamos, que cuanto más se vive, más se aprende. Pero adentro de la viga anda la carcoma; asegúrotelo yo que la siento roer sin hora de descanso. (Aquí un amago de tos convulsiva.) ¿No te lo dije? Pues a la vista le tienes ya. ¡

Esta lucha era superior a mis fuerzas, y bien pronto se apoderó de una convulsión violenta... yo oía confusamente los chillidos del niño y aquel grito que me decía: «¡VéngamePero de repente, y como en un sueño, se me puso delante de los ojos aquel suplicio, los soldados con sus picas, mi madre desgreñada y pálida, que con paso trémulo caminaba despacio, muy despacio, hacia la muerte, y que volvía la cara para mirarme, para decirme: «¡VéngameUn furor desesperado se apoderó de , y desatentada y frenética, tendí las manos buscando una víctima; la encontré, la así con una fuerza convulsiva, y la precipité entre las llamas.

Había en esta petición del desdichado artista algo tan conmovedor, que el marqués volvió la cabeza para ocultar la contracción casi convulsiva de su rostro. Será dijo como lo deseas. El pintor guardó las pistolas en su caja y tomó algunos blancos. Conozco mucho estas armas. ¿Quieres que nos sirvamos de otras? ¡Es inútil! contestó Pedro . Yo también he tirado frecuentemente con ellas. ¡Vamos!

Al cruzar para su cuarto vió en uno del pasillo á Soledad limpiando un vestido, y tuvo la magnanimidad de decir: «¡HolaAquélla levantó los ojos y respondió con la misma gravedad y concisión: «Hola». Siguió el guapo hasta su habitación un poco sorprendido: esperaba hallarla bañada en lágrimas ó presa de algún ataque de risa convulsiva de los que á menudo la cogían.

Los accidentes de los bronquios, del pulmon y de los órganos digestivos, confirman la idea general que nos hemos formado del nitrato de plata: tos seca por titilacion en la laringe, plenitud en el pecho con dolores variados, ansiedad, tendencia á suspirar, tos convulsiva por accesos, accidentes asmáticos, mucosidades abundantes en momentos dados.

Yo, por ejemplo... verbigracia, yo». Entrole una risa convulsiva. «¿Y de qué te ríes, pánfila? se dijo a misma . Más honrada eres que el sol, porque no has querido ni quieres más que a uno. ¿Pero estas... estas?... Ja ja ja. Cada trimestre hombre nuevo, y virtuosa me soy. ¿Por qué?

Las funciones respiratorias y digestivas están profundamente alteradas. Las primeras presentan, desde la ronquera y la sensacion de cosquilleo en la laringe, hasta la tos convulsiva, seca, con disnea, y á la matutinal con espectoracion purulenta, comprendiéndose en esta escala los accesos de asma seguidos de espectoracion mucosa, blanquecina.

¡Entra, pues, maldito! exclamó su madre, empujándole con tanta violencia que su cabeza fue a dar contra la pared, y la sangre salió. Entonces el idiota se echó a reír a carcajadas, con una risa estúpida y convulsiva, enjugó su herida con sus largos cabellos, y fue a dejarse caer bajo la campana de una vasta chimenea.

En la última escena se nos presenta el Rey, presa en un instante de rigidez convulsiva, como si lo hubiese herido la justicia divina, embargado por un terror sombrío, mientras se oye una voz que entona el siguiente canto: Los que en la tierra juzgáis, Mirad que los inocentes Están á cargo de Dios, Que siempre por ellos vuelve.

Palabra del Dia

rigoleto

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