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Actualizado: 3 de junio de 2025


Ahora me las pagarás todas juntas... ¡Cuánto me has hecho sufrir!... ¡Más maldiciones le he echado a ese dichoso convento...! Pero qué guapa estás, nena. Chi. Estás hermosísima. Chi... para ti. El frío aquel de fiebre se trocó de improviso en calor violentísimo, y la risa convulsiva en explosión de llanto. «No es día de llorar, sino de estar alegre». ¿Sabes de qué me acuerdo?

Parecía que la tortura debía ser intolerable, porque un estado de desmadejamiento general reemplazó a la irritación convulsiva que hasta entonces había sostenido a Lescoët. Se encuentra mal dijo Zeli con el gratel levantado.

A Salomé le entró una tos convulsiva, no sabemos si originada por una causa física ó por la necesidad de disimular y no ofrecer á la contemplación de don Gil las arrugas triangulares y el color cárdeno que aparecieron en su cara al oír aquella proposición. María de la Paz se restregó un ojo como si le escociera. Oyóse la voz de doña Paulita que rezaba un latinajo incomprensible.

Soledad reía mientras su antiguo novio hablaba; pero aquella risa se fué al cabo haciendo convulsiva, y algunas lágrimas concluyeron por brotar de sus hermosos ojos. Soledad, ¿qué tienes? profirió asustado Uceda levantándose de la silla. La joven le hizo un gesto con la mano para que se sentase, sin dejar de reir. ¿Qué tienes, Soledad?... ¡No rías, por Dios, de ese modo!

Había en aquello, tratándose de una criatura bautizada, un caso indiscutible de aberración que exigía un tratamiento severo, pero Silas, dominado por la alegría convulsiva de haber hallado su tesoro, no supo hacer otra cosa más que cargar a Eppie vivamente y cubrirla de besos entrecortados por sollozos.

No bien hubo percibido aquel rostro delgado y aquella ligera deformidad de la figura, estrechó á la niña contra el pecho, con tan convulsiva fuerza, que la pobre criaturita dió otro grito de dolor. Pero la madre no pareció oirlo. Desde que llegó á la plaza del mercado, y algún tiempo antes que ella le hubiera visto, aquel desconocido había fijado sus miradas en Ester.

Había olvidado absolutamente todo cuidado por su dignidad, y como una ninfa ebria, llenaba el soto con los estallidos de su alegría casi convulsiva. Golpeaba sus manos, y á través de sus carcajadas, gritaba con voz entrecortada: ¡Bravo, bravo, señor de Bevallan! ¡Lindísimo, delicioso, pintoresco! ¡Oh, Salvator Rosa!

Su amante le dijo con simpática voz: «¡cuánto tenemos que hablar!» y a ella le entró una risa convulsiva, que difícilmente podía expresarse: «Ji ji ji... ¡tres años!... no, más años, más porque ji ji ji... ¿Ves cómo tiemblo?

3.º En la bronquitis, que, entre otros síntomas catarrales, tiene la tos, al principio seca y convulsiva solo por la noche llegando hasta cortar casi la respiracion, y despues húmeda y seguida de la espulsion de mucosidades abundantes. aquí, por último, algunos caractéres que diferencian la accion de la eufrasia de los varios medicamentos análogos, en las afecciones catarrales.

Es verdad dijo con la voz opaca y convulsiva ; decid á una pobre niña abandonada de todo el mundo: fuerte, renuncia al amor, que es tu vida, porque la desgracia te ha hecho indigna del amor de un hombre honrado; ensordece, cuando puedas escuchar palabras de consuelo; ciega, cuando el sol de la felicidad nace para ti; muere, cuando empiezas á vivir; no, Dorotea, no; vivirás; porque Dios quiere que vivas; amas á ese hombre; ese hombre será para ti... ó para nadie... y cuenta con que el Santo Oficio se ponga frente á frente del bufón.

Palabra del Dia

rigoleto

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