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Actualizado: 16 de mayo de 2025


La pobre Leonora entró en el vicio por la puerta grande. De un golpe se sumergió en todas las vilezas aprendidas por aquel vejestorio en su larga carrera por camerinos y bastidores. Boldini hubiera querido conservar eternamente a su discípula; nunca la encontraba suficientemente preparada para hacer su debut. Pero de allá abajo, apenas si venía dinero.

Sin duda, y también papeles. ¿Papeles? ¿Papeles preciosos? ¡Con qué expresión me preguntáis eso, Marta! dijo Mathys vacilante . ¿Podéis imaginaros que en un cofre así, no se guarda todo lo que uno quiere conservar? En efecto, no hay nada que excite tanto la curiosidad de una mujer como una caja de hierro que parece encerrar cosas misteriosas. Dentro de algunas semanas seré vuestra esposa.

Con la esperanza del vencer perdida No hay quien no atienda con ligero paso, Si no á la honra, á conservar la vida. Desde las altas cumbres de Parnaso De un salto uno se puso en Guadarrama, Nuevo, no visto, y verdadero caso. Y al mismo paso la parlera fama Cundió del vencimiento la alta nueva, Desde el claro Caistro hasta Jarama.

La ciencia de un buen médico y el cuidadoso esmero de su criada Juana, lograron conservar su vida y devolverle la salud. Durante la enfermedad y más aún en la convalecencia, en voz baja, al oído, tiñéndose sus pálidas mejillas de leve color de rosa, preguntaba ella con frecuencia a Juana: ¿Ha venido a saber cómo estoy? ¿No le has visto? ¿No ha hablado contigo?

Cada uno obra como quien es, y yo quiero ser bueno en medio de mis pecados. Podía haberme separado de mis hijos, haberlos abandonado, como hacen otros por conservar su fama de santos; pero yo soy hombre, me enorgullezco de ello: un hombre con sus defectos y sus virtudes, ni una más ni una menos que la generalidad de los humanos.

Según él, Cuba nos produce tanto, que el día en que la perdamos, casi todos los españoles nos moriremos de hambre ó poco menos. Por interés y no por punto de honra, anhelamos, pues, conservar á Cuba. El Sr. Merchán no quiere comprender ó no comprende, que, hasta prescindiendo del interés y del punto de honra, la conservación de la grande Antilla nos importa mucho.

La necesidad de conservar sus maderos de construccion, de carpintería y hasta los que se destinan para servir de leña, ha obligado á la Francia, hace ya mucho tiempo, á crear la Administracion de Bosques, que tiene por objeto cortar los abusos de todo género á fin de conservar recursos para el porvenir.

Ya que don Pablo deseaba el matrimonio de Margalida con el señor y daba palabra de que esto no traería ninguna desgracia a la atlota, podían casarse. Era un gran infortunio para los dos viejos verla marcharse de la isla, pero preferían esta tristeza a conservar a su lado como yerno a Febrer, que les inspiraba un respeto irresistible.

A ti no te costará trabajo conservar tu habitación de este modo; pero lo que es yo te aseguro, chica, que ni con pena de la vida podría tenerla así... ¡Si vieses mi cuarto, Martita! , ..., bueno estará... Siempre fuiste un adán... ¡Pero anda, criatura, vámonos!

Me representé a mi país como una inmensa tierra poblada de gentes, todos fraternalmente unidos; me representé la sociedad dividida en familias, en las cuales había esposas que mantener, hijos que educar, hacienda que conservar, honra que defender; me hice cargo de un pacto establecido entre tantos seres para ayudarse y sostenerse contra un ataque de fuera, y comprendí que por todos habían sido hechos aquellos barcos para defender la patria, es decir, el terreno en que ponían sus plantas, el surco regado con su sudor, la casa donde vivían sus ancianos padres, el huerto donde jugaban sus hijos, la colonia descubierta y conquistada por sus ascendientes, el puerto donde amarraban su embarcación fatigada del largo viaje; el almacén donde depositaban sus riquezas; la iglesia, sarcófago de sus mayores, habitáculo de sus santos y arca de sus creencias; la plaza, recinto de sus alegres pasatiempos; el hogar doméstico, cuyos antiguos muebles, transmitidos de generación en generación, parecen el símbolo de la perpetuidad de las naciones; la cocina, en cuyas paredes ahumadas parece que no se extingue nunca el eco de los cuentos con que las abuelas amansan la travesura e inquietud de los nietos; la calle, donde se ven desfilar caras amigas; el campo, el mar, el cielo; todo cuanto desde el nacer se asocia a nuestra existencia, desde el pesebre de un animal querido hasta el trono de reyes patriarcales; todos los objetos en que vive prolongándose nuestra alma, como si el propio cuerpo no le bastara.

Palabra del Dia

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