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Actualizado: 9 de junio de 2025


Pero en el momento de ir a dar el latigazo y cuando numerosos campesinos trepaban ya por la ladera para regresar a sus aldeas, se vio asomar muy lejos, en el sendero de Trois-Fontaines, un hombre alto, delgado, cabalgando en una jaca grande y roja, con una gorra de piel de conejo, de visera ancha y baja, metida hasta los hombros, dejando ver sólo la nariz.

Desde la soberbia escena inicial, en la cual sobre la pompa del triunfo se ve asomar ya la próxima desdicha, como nube tempestuosa, corre la acción con fuerza irresistible siempre más sombría y enérgica en su progreso, hasta encontrar en el incesto de Annon con Tamar hecho suficiente para precipitarse con inaudita violencia en profundísimo abismo.

Pasaron rozando la abandonada galerita, que, oculta bajo su funda de lienzo, sólo mostraba las ruedas, ligeras, amarillas y finas como las de un juguete; y después de asomar su cabeza con cierta zozobra por la puerta de la cuadra, entraron en el antro obscuro y maloliente, recogiéndose las faldas y hundiendo sus elegantes botinas en la blanda y húmeda capa de estiércol.

Pero, desde el fatídico día, aquella salud y enorme fuerza parecieron declinar visiblemente, y entrada ya la estación de las lluvias, cuando las hojillas de hierba comenzaron a asomar por entre el pedregoso montículo que cubría la tumba de Tennessee, se dejó vencer por la enfermedad. Metiose en cama.

¡Muera entonces el perro morisco! volvió a gritar San Vicente. Hablad más quedo, señor regidor; no sea que os preste ayuda la ronda. No la he menester. Pues busquemos, si os place, algún sitio más apartado, donde el rumor de las espadas no haga asomar a alguna dueña pensando que es el oro de vuestra bolsa. Vamos donde gustéis.

Al inclinarse León curiosamente sobre la caja de velas, la criatura se volvió, y en un movimiento de espasmo agarró el errante dedo del minero y por un momento lo retuvo con fuerza. León puso la estupefacta cara de un idiota, y algo parecido al rubor se esforzó en asomar a sus mejillas curtidas por el sol.

Era un astro de monstruosas proporciones, hasta parecer distinto al del otro hemisferio, inflamado al rojo blanco y que lo incendió todo con su presencia: aguas, tierras y cielo. La aparición había sido rápida, fulminante, sin el anuncio de nubecillas rosadas ni gradaciones de luz, sin asomar poco a poco su esfera, como en los amaneceres del viejo mundo.

Pero ¡qué tristeza asomar la frente por las rejas de la ventana y ver aquel cielo siempre encapotado, dejando caer, sin cansarse nunca, agua y más agua! ¡Y luego aquel modo de graznar que tiene la gente para decir lo que se le ocurre! Parecen todos algarabanes. Lo único que había sentido al dejar a Vergara fue una niña con quien se había encariñado mucho, llamada Maximina.

Este procedimiento prudentísimo no le valió, sin embargo. Ya una vez, como repitiese con harta frecuencia lo de asomar la nariz á la puerta de la alcoba, Doña Blanca había dicho: ¿Qué haces ahí? ¿Vienes á molestarme? Pareces un buho que me espanta con sus ojos. Déjame en paz, por Dios.

Y por último el inglés Dechard, de cara estrecha y larga, cabello cortado al rape y bronceado color. Tenía muy arrogante presencia, ancho de hombros, delgada la cintura. «Buena espada, pero un bribón de marcame dije al verlo. Le hablé en inglés, con ligero acento extranjero y vi asomar a sus labios una sonrisa, que reprimió en seguida.

Palabra del Dia

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