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Actualizado: 9 de mayo de 2025
Ved, lectores, á cualquiera de esos santos sacerdotes ¡qué bien le cuadra la descripcion que del buen eclesiástico hacia S. Isidoro! «Vive enagenado del mundo y de sus placeres; abomina de espectáculos, banquetes y diversiones; no comercia, ni trata negocios seculares; habla con moderacion, camina con sosiego, mira con modestia, no frecuenta casas de mujeres, ocúpase en la leccion y en los divinos oficios, cultiva su espíritu en el estudio, instruye al pueblo en la doctrina, y le dá ejemplo con las buenas obras .» ¿Quereis asomar ahora rápidamente la vista dentro de la basílica é informaros de sus ocupaciones relativamente al culto?
En Italia no es así: el doctor escribe ante el público como si estuviese solo; expláyase sin reserva con una superabundancia, una sensibilidad femenina, que hace asomar la sonrisa á los labios y llorar al mismo tiempo.
Por detrás de la empalizada empezó á asomar una escopeta de dos cañones, y se vió un sombrero de grandes alas que ocultaba á medias el rostro de un joven moreno, el cual, con mucha presteza y agilidad, pasó ambas piernas por encima de las puntas de las estacas, y dando un salto quedó en pie delante del conde. ¡Hola, Pedro! ¿De dónde vienes?
Queriendo demostrar la utilidad de su presencia, censuraba los olvidos de Febrer en la noche anterior. ¿A quién podía ocurrírsele asomar la cabeza a la puerta cuando de fuera le estaban aucando con el arma preparada? Por milagro no lo habían matado. ¿Y la lección que él le dio? ¿No recordaba su consejo de bajar por la ventana, a espaldas de la torre, para sorprender al enemigo?...
Lleno de fé en su empresa, se adelanta el audaz cristiano hácia el barrio de Oriente, escala en silencio los adarves, degüella las guardias, se estiende por las calles, se atrinchera, se prepara para resistir los ataques que le darán probablemente al asomar el alba.
Cuando entré en la casa de vecindad, al primero a quien pregunté me indicó la puerta del aposento del exclaustrado. Al asomar a ella, di un paso atrás. Le había sorprendido... mondando patatas. Pero ya era tarde.
La nieve, que se fundía, dejaba asomar de trecho en trecho terrones amarillos y formaba como anchas ondas que eran atravesadas por el cierzo. Presentaba el paisaje un aspecto severo y grandioso. No se veía una persona, y en todo el camino del valle, que serpentea entre los sotos hasta perderse de vista, no se divisaba un carruaje: parecía un desierto.
Por aquel camino no podía asomar ningun discurso que valga la pena. No tome usted á guasa las cosas, exclamó; se trata de cosas muy serias. ¡Líbreme Dios de guasearme cuando hay frailes de por medio! Pero, ¿y en qué pueden basarse...?
El padre Gil se dejó caer de rodillas y se puso a leer en voz baja por su breviario. Al cabo de un rato D.ª Eloisa y la criada también se arrodillaron al pie del lecho y oraron. Pero aquélla, viendo asomar una lágrima por entre las pestañas de su hermano, se levantó prontamente y la recogió con el pañuelo.
«¡Eh!... coja... galápago, vuelve acá y verás qué morrazo te doy... ¡Qué facha!, cañamón, pata y media...». iii La faz napoleónica, lívida y con la melena suelta, volvió a asomar en la reja a la caída de la tarde.
Palabra del Dia
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