Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 29 de junio de 2025
Y se apretaba con cierto terror contra el pecho de Rafael, hundía las manos en el cabello del joven, echaba atrás su cabeza para pasear su boca ávida por toda la cara, besándole en los ojos, en la frente, en la boca, mordiéndole la nariz y la barba suavemente, pero con una vehemencia cariñosa que arrancaba ligeros gritos a Rafael. ¡Loca! murmuraba sonriendo. ¡Que me haces daño!
Seguía llorando Carmen, sin escuchar las indignadas expresiones del banderillero, mientras la señora Angustias, sentada en una silla de brazos, contra los cuales se apelotonaba su desbordante obesidad, fruncía el ceño y apretaba la boca velluda y rugosa. Caya, Sebastián, y no mientas dijo la vieja . Lo sé too. Una juerga indesente el tal viaje al cortijo; una fiesta de gitanos.
Había vuelto a cogerla por las manos, y se las apretaba sin saber qué decir, repitiendo lo mismo: ¡Feliciana... Feliciana! Hombre, ¡déjala en paz! Ya te he dicho que no soy Feliciana. ¿A qué repetir su nombre? ¡Para lo que te fijas en ella cuando la ves! Nunca la has mirado los ojos; nunca has visto en ella nada de extraordinario. Tú te crías para cosas mejores.
Entonces sentía las cosquillas, pues no merecen otro nombre, las cosquillas de aquella infantil rabia que solía acometerla, sintiendo además en sus brazos cierto prurito de apretar y apretar fuerte para hacerle sentir al infiel el furor de la paloma que la dominaba. Pero la verdad era que no apretaba ni pizca, por miedo de turbarle el sueño.
Amé a Lucy porque era desgraciada e iba a morir; te amo, Sagrario, porque eres en plena juventud una desterrada de la vida, a la que nadie puede querer. Mi amor es para ti, para alegrar lo que te quede de existencia. Sagrario se apretaba contra el pecho de Gabriel. ¡Qué bueno eres! suspiraba . ¡Qué alma tan hermosa! Igual es la tuya, pobre Sagrario. Tu vida ha sido un engaño.
¡Madre, madre, sálvame...! ¡Madre, escúchame! sollozaba Elena con la frente apoyada en el altar de la Virgen, mientras apretaba con mano crispada el pomo fatal que guardaba en el pecho. El templo quedó otra vez en silencio. Cuando Elena volvió de su éxtasis observó que el pelotón de niños salía por la puerta rodeando como antes a su marido.
Mauricia apretaba los dientes; pero al fin, debió darle en la nariz el olorcillo, porque abriendo la bocaza, se lo atizó de un trago. ¡Cómo se relamía la infeliz! Se calmó y ¡pum!, la cabeza en la almohada.
Mientras hablaba así y mortificaba a don Andrés, Juanita apretaba el paso, y cuando estuvo ya cerca de su casa dio una carrerita, llegó a ella, abrió a escape con la llave que guardaba en el bolsillo y cerró la puerta de golpe. Tratando de distraer su mal humor, Juanita se puso a coser con precipitación, como si tuviese que terminar una tarea.
Y apretaba sus labios; se le encendían de pronto, como de un vuelco de la sangre las mejillas; enrollaba nerviosamente en el dedo índice de la mano izquierda un finísimo pañuelo de batista y encaje.
Y besó con éxtasis aquellos ojos azules profundos, melancólicos, aquella tez nacarada, aquellos bucles dorados que circuían su rostro como un nimbo de luz. ¡Oh, qué hermoso pelo! ¡Qué cosa tan hermosa, Dios mío! Y apretaba sus labios contra él y hasta sumergía el rostro entre sus hebras con tanta voluptuosidad y ternura que estaba a punto de llorar.
Palabra del Dia
Otros Mirando