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Actualizado: 7 de junio de 2025
¡Adiós, padres, hermanos, trozos del alma mía, amigos de la infancia en el perdido hogar! ¡Dad gracias que descanso del fatigoso día...! ¡Adiós, dulce extranjera, mi amiga, mi alegría! ¡Adiós, queridos seres...! ¡Morir es descansar! Poeta mozo. Colaboró en la Sección femenina de "La Vanguardia" cuando la dirigía Adelina Gurrea.
De todos modos puedes estar segura de que mi remordimiento está endulzado por el recuerdo dulcísimo de los años que te he amado. Adiós. Escríbeme alguna palabra amable.» La capitulación. Josefina se demacraba. Sus mejillas tenían la palidez de la cera.
La soberbia de estos príncipes eclesiásticos les impulsaba a la más orgullosa modestia.... Pero ¿todo esto es lo que me querías enseñar? Cosas mejores verá usted. Digamos adiós a la Virgen. Pero ¡fíjese usted! ¡Qué cara! Tiene los ojos adormilaos. La gran jembra. Yo me paso las horas mirándola. Es mi novia... ¡Las noches que sueño con ella...!
Me parece que no. ¿Lo duda usted? Sí. ¿Y quiere usted decirme por qué no me mataré yo? Porque eso sería un gran placer para tres o cuatro honradas personas que yo conozco. Adiós, señora. Aun no se había cerrado la puerta tras el doctor, cuando le Tas salió de una habitación inmediata en compañía de Mantoux. EL PU
Su casa está tres puertas más abajo. El viejo echó dos pasos atrás y exclamó: ¡Verdad, amante!... Estoy metiendo la llave en casa de D. Justo el escribano... ¡Tendría gracia que fuera á sorprenderle en el cuarto de la criada!... ¡Ji, ji!... Toda la culpa ha tenido ese perdío de Velázquez... ¡Qué mona llevaba! ¡Superior! ¡pero superior!... Escucha, Ramón... no digas á nadie que me he equivocado, porque se van á creer que estaba borracho... ¡Ji, ji!... ¡Borracho el señor Rafael!... ¡Tendría que ver!... Adiós, Ramón... buenas noches... Chito ¿eh?... Buenas noches... Hasta mañana, si Dios quiere...
Parándose después delante de su pobre amigo, le dijo: Partid, Stein. Stein se levantó, apretó entre sus manos las del duque; ¡quiso hablar, y no pudo! El duque le abrió sus brazos. Valor, Stein le dijo ; y hasta la vista. ¡Adiós, y... para siempre! murmuró Stein, arrojándose fuera del cuarto. Cuando el duque estuvo solo, se paseó largo rato.
Sí; que vaya á cumplir mi oficio cuanto antes. No, no es eso; que viniérais con vuestro amigo. Vendré; y adiós, señora. Adiós. Quevedo salió pensativo y cabizbajo murmurando: ¡Pobre Dorotea! ¡ella también le ama con todo su corazón!
Señora: reconozco que usted es mucho más lista que yo y que pone las cosas de manera que no acierto a responder; pero, como la respeto y la estimo, estoy seguro que usted, en su conciencia, reconoce que yo tengo razón y que usted defiende, con mucha habilidad, una mala causa. ¡Adiós con la colorada! Zahorí me saliste, Facundo.
Me voy a acostar. ¡Tengo un dolor de cabeza tan fuerte!... Espera un poco... Déjame darte un beso en la frente... Ahora otro en los ojos... Ahora otro en los labios... Ahora en las manos... Adiós. Adiós. Suelta, Ricardo, suelta... El joven la tenía sujeta aún por las manos, riendo de felicidad. María forcejeaba por desasirse, riendo también. Vamos, déjame marchar; no seas tonto.
Fray Gabriel era más que modesto: ¡era humilde! Estando todo dispuesto para el viaje, el duque se presentó en el patio. Adiós, Romo, honra de Villamar le dijo Marisalada ; si te vide, no me acuerdo. Adiós, Gaviota respondió este ; si todos sintieran tu ida como el hijo de mi madre, se habían de echar las campanas al vuelo. El tío Pedro se mantenía sentado en los escalones de mármol.
Palabra del Dia
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