United States or United States Minor Outlying Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


No quiero que quedemos reñidas.... ¿Vas enfadada? Bien sabe Dios mi intención.... Escríbeme a Portomar.... Ya te contaré todo, todo. Y se asomó a la puerta para ver alejarse a la garbosa muchacha, cuyo vestido de percal proyectó, por espacio de algunos segundos, una mancha clara sobre las oscuras paredes de las casas de enfrente. Un delito

Cuando lo presentes te darán, sin excusa ni demora, cinco mil pesetas. No son regalo; es por si necesitas algo. Creo que tendrás bastante hasta que nos veamos. Escríbeme en seguida para que yo sepa que no ha habido extravío. Las circunstancias disculpan esta precipitada marcha. Además, eres muy buena y me perdonarás. Muchos, muchos besos. Tuyo, Juan

O por poner en duda que fuesen indispensables tales hojas o por despecho de que se las hubiese dejado en casa y no las trajese allí, el bandido, sin atender a razones y diciendo repetidas veces «escríbeme el papelito», se puso a maltratar a pezcozones al infeliz maniatado.

No quisiera sentar plaza de pegajoso y, sin embargo, deseo que don Luis me necesite para poder verte y hablarte. Escríbeme muchoDon José comenzó a empeorarse, y con sus molestias, que iban diariamente en aumento, arreciaron los gastos.

Melchor se repetía amorosamente las últimas palabras con que Clota le había despedido la noche antes, cuando con las manos fuertemente tomadas y los ojos lánguidos y firmes, puestos en los de él, le había dicho: Hazme telegramas, escríbeme, escríbeme todos los días, cuéntame todo lo que hagas, y cuando vayas en viaje, cuando estés lejos, piensa que... estoy contigo... contigo para siempre... ¡para siempre!

Basta de carta; no tengo tiempo para más. Escríbeme siempre que puedas y dime de mil maneras que me quieres: la última será la que me parezca más grata. Yo no dejo de pensar en , y si no me llamaras romántico, te diría que con tu amor llevo en el alma un amuleto. No tengo miedo a perderte.

»Y por la noche, cuando me acuesto, pongo el relojito sobre la mesilla: su andar suave resuena en la alcoba. ¡Mar-cha! ¡Mar-cha!, parece que me dice. Y yo marcho, Pepita; yo leo una muchedumbre de libros, yo emborrono una atrocidad de cuartillas, pero esa gloria tan casquivana no llega, no llega... »Adiós; escríbeme. «Pepita: Ya soy un periodista político terrible.

Ordené a Juan que marchara, y el cura y yo seguimos detrás a pie, por un buen trecho, con el objeto de estar juntos un poco más. Os escribiré todos los días, señor cura. No te pido tanto, hijita mía: Escríbeme solamente una vez por mes; pero con toda intimidad. Os escribiré todo, completamente todo, hasta mis ideas sobre el amor. Veremos replicó el cura con sonrisa incrédula.

Escríbeme: dime si paseáis por la plaza al anochecer, mientras suena la fuente y el cielo se va poniendo fosco; dime si salís a las huertas y os sentáis bajo esas nogueras anchas, espesas, redondas, y veis correr el agua limpia y mansa por los azarbes; dime si las campanadas del Angelus son las mismas campanadas graves y dulces que yo he oído; dime si los azahares de los naranjos se han abierto ya y perfuman el aire; dime si las palmeras mueven mansamente sus ramas péndulas en el azul intenso...

Te acuerdas que la noche, cuando nos despedíamos, me pedías las flores que tenía yo en la cabeza? ¿Te acuerdas qué me decías?... Me da vergüenza escribirlo; pero ¡ me entiendes!... Escríbeme, Rorró. Escríbeme, alma mía; mira que si no me pones cuatro letras, aunque sean cuatro letras nada más, me voy a morir de pena. No seas perezoso, Rorró.