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Pues aquella tarde, después de mucho tiempo de entrar allí con las manos vacías, puso en las de Fortunata una esquelita. Al fin, ¡oh, dicha increíble!... Cuando pudo, leyó la feliz mujer el papelito, en el cual se le citaba a tal hora y a tal sitio para el día siguiente.

La manía de hablar pudo más, al fin, que toda otra consideración juiciosa, y don Ramón explicó que había un ingenioso procedimiento por cuya virtud tenía él y ponía dinero donde le daba la gana. Bastaba para ello que él escribiese en un papelito determinada cantidad, diciendo páguese y firmando.

A la tercera o cuarta llamada, Fortunata movió ligeramente los párpados, y desplegando los labios, apenas dijo: «Nene...». xiv «¡Caracoles!, esta mujer se va... ¡Y yo solo aquí con ella!, y el crío allá abajo. ¡Van a decir que le he robado! Anda, los ladrones serán ellos. Que digan lo que quieran. ¿A , qué? Les presento el papelito firmado por ella, y en paz. ¡Pobre mujer!

Nuestro joven se mostró inflexible; no quiso hablar; afectó tomar una parte muy activa en los juegos de prendas. Entonces la pobre niña dijo con voz débil: Tome V. Miguel no la oyó. Tome V. repitió un poco más alto. Al volverse vio que tenía en las manos un papelito blanco. Comprendió que era el rizo de pelo y lo tomó apretándole al mismo tiempo los dedos con ternura.

Una vez que fué cosido el último papelito, se preparó la cena, y tras ella, el baile, que duró hasta las dos de la madrugada. Antes de despedirnos de Sariaya, no podemos menos de citar dos nombres. El Padre Juan Bellón, y el capitán Perto. El primero, es un santo, el segundo, un modelo de buenos Gobernadorcillos. De Sariaya á Tiaong. Monotonía del camino. Diversidad del resto de la provincia.

No, no me engañas otra vez. ¡Buen pájaro estás !... Ya no creo nada de lo que me digas. Por la bendita luz, verdad ser... Rayo del cielo matar , si n'gañar ti... ¡Coger diniero, mocha diniero! ¿Cuándo? Cuando quiriendo . A ver... Aunque no he de creerlo, dímelo pronto. Yo dar ti p'peleto... ¿Un papelito? ... Poner punta lluengua... ¿En la punta de la lengua?

Un momento, al pasar por delante de ellas, Lola se volvió a preguntarles no qué; al mismo tiempo Josefina tocó levemente en el codo a Baltasar, el cual se inclinó, y por movimiento simultáneo cayeron los brazos de ambos y sus manos se unieron el espacio de un segundo, depositando la mano varonil en la femenina un papelito blanco, tamaño como una mariposa.

Bien lo comprendía la enferma; así, desde el primer día empezó a adiestrarse en la soberbia máquina de Singer que Emilia poseía. ¡Bien, bien! Con un poco de aplicación llegaría a dominarla. Al siguiente, otro papelito: «R

Se ha levantado, se arregla el solideo, echa atrás la capa. ¿Le conoce usted? Yo no. Ni yo. Oigamos qué dice. Dice que sería prudente adoptar una serie de proposiciones que tiene escritas en un papelito. Bueno: léanos usted ese papelito, señor cura. Parece que hablará primero. ¿Pero quién es? Parece un santo varón.

Y como doña Lupe era algo golosa, trajo un día un cucurucho de fresa, bien escondido entre la mantilla; mas no lo puso en la mesa. Concluida la comida, y mientras Nicolás leía La Correspondencia o El Papelito en el comedor, doña Lupe se encerraba en su cuarto para comerse la fresa bien espolvoreada con azúcar.