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Pero ya entiendo y alcanzo tus marrullerías: ahora salta por el licor de Esquivias, famoso al par del de Ciudad Real, San Martín y Ribadavia." Bajó la varilla y salté yo, y noté sus malicias y malas entrañas.

Y luego, aprovechando un día de sol despejado, se sigue atentamente la marcha de la sombra proyectada por la varilla. Esas sombras van disminuyendo de tamaño á partir de la mañana hasta el momento en que el Sol, al llegar al punto más alto de su carrera diurna, pasa por el meridiano; luego aumentan á medida que avanza la tarde, pasando en sentido inverso por las mismas alturas.

Sólo necesitaba mover ciertos resortes de su alma, que el médico conocía perfectamente. ¿Quería estremecerle con un súbito temor? Como si obedeciese á la varilla de un mágico prodigioso, surgían mil visiones de formas diferentes, que giraban en torno del infeliz eclesiástico con los dedos apuntando á su pecho.

Cuatro o cinco soldados esparcidos en distintos puntos acusaron también su origen meridional, gritando al concluirse la estrofa: «¡Olé, oléAquella canción, nacida en el ardiente suelo de Andalucía, fue una varilla mágica que ahuyentó la tristeza de los corazones.

Se empieza por establecer, con ayuda de un nivel, una superficie plana perfectamente horizontal, y en su centro se coloca una varilla recta, en la línea misma de la vertical determinada con la plomada. Antes se habrá tenido cuidado de trazar con el compás cierto número de circunferencias, tomando por centro el punto donde se va á colocar la varilla.

El ventero, que era de la cuadrilla, entró al punto por su varilla y por su espada, y se puso al lado de sus compañeros; los criados de don Luis rodearon a don Luis, porque con el alboroto no se les fuese; el barbero, viendo la casa revuelta, tornó a asir de su albarda, y lo mismo hizo Sancho; don Quijote puso mano a su espada y arremetió a los cuadrilleros.

Alegróse mi amo viendo que la cosecha iba de guilla, y mostróse aquel día chacorrero en demasía. Lo primero en que comenzaba la fiesta era en los saltos que yo daba por un aro de cedazo, que parecía de cuba; conjurábame por las ordinarias preguntas, y cuando él bajaba una varilla de membrillo que en la mano tenía, era señal del salto; y cuando la tenía alta, de que me estuviese quedo.

Y como él no obedecía castigué a los caballos con mi varilla: antes que él hubiera pensado en sostener más fuertemente las bridas, los caballos galopaban ya libremente en el bosque. ¿Y ahora? dijo mi primo poniéndose las manos en los bolsillos. ¿Te imaginas que van a dejarse coger otra vez? Por ti, no respondí riéndome, pues estaba segura de mis favoritos.

En el espacio de pocos segundos metía la izquierda en el cacharro de la masa, daba en ella un pellizco, sacaba un pedazo, que más parecía piltrafa; estrujaba ligerísimamente aquella piltrafa, haciendo entro sus dedos como un pequeño disco u oblea grande; arrojaba esto al hervidero amarillo, y en el mismo instante, con una varilla que en la mano tenía, agujereaba el disco, haciendo un movimiento circular como quien traza signo cabalístico.

Sentábase ante una suntuosa y bien servida mesa «llena de frutas y mucha diversidad de platos de diversos manjares»; pero entre la boca del infeliz y cada plato interponía su varilla el médico Pedro Rezio, diciendo: absit!, y retiraban el manjar, dejándole á Sancho más hambriento que nunca.