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Yo diría á las gentes, si os castigase, como debo castigaros, que vos os habéis olvidado de todo; que para corregir vuestros excesos, me he visto obligado á recurrir á este caso, á sorprender á esta mujer, de quien os valéis para pervertir á su alteza el príncipe de Asturias.

Procuraré prestaros parte de mi fortaleza; emplearé con vos todo el tesoro de consuelos de que mi alma está llena; os enseñaré á encontrar la alegría en la tristeza, el placer en el dolor; haré que, reconcentrada vuestra alma, busquéis la vida en vos misma; os daré el filtro que hace soñar, levantando vuestra alma; seréis mi hija, y yo seré vuestro padre; os retiraréis del teatro, y no entraréis en un convento, viviréis en el mundo, dominándole, despreciándole, engrandeciéndoos á vuestros propios ojos, con la comparación interna de lo que vos valéis, y lo que el mundo vale.

No puede ser, y no, y no, porque estos son otros hombres de otra manera, que miran por el bien del pueblo.... No digas tontadas. La encajerita se rió con su risa tenue. No, si lo que vienen a dar es trabajo, por acá no falta.... Y digo yo y preguntando otra vez, si es verdá que quitan la estancación del tabaco, vamos a ver, ¿cómo os valéis las cigarreras? Pidiendo limosna.

¡Oh don Francisco! me llamáis ciego, y sin embargo, no reparáis en que os veo levantaros delante de como un gigante, y os respeto; no comprendéis que os aprecio en cuanto valéis, y que que con vuestra ayuda nada temería: lo emprendería todo, continuaría los tiempos de esplendor de España... Me estáis ofreciendo moneda falsa. Y vos me estáis desesperando.

Yo no creí que ninguno de los tres valiéseis lo que valéis: mi mundo, el mundo de mi corazón y de mi amor, que se reducía á una persona, se ha aumentado con otras tres: y la que más amo, porque es la más débil, sois vos, hija mía, vos que me habéis sorprendido, que me habéis enamorado con el corazón que me habéis dejado ver.

Ahora, ya es tarde: harto veo que tu conducta no es fruto de la depravación del hombre, sino del celo del sectario. Unos ensangrentáis los campos; otros desunís las familias. En el monte usáis trabuco; en poblado os valéis del confesonario. Aquí has perdido la partida. ¿Es decir, que me echas? Piensa bien lo que respondes.

Migajas estuvo á punto de caer al suelo; pensó en el suicidio; invocó á Dios y al diablo.... ¡La han vendido! murmuró sordamente. Y se arrancó los cabellos, y se arañó el rostro; y en las pataletas de su desesperación, se le cayeron al suelo los fósforos, los periódicos y los billetes de Lotería. ¡Intereses del mundo, no valéis lo que un suspiro!

Valéis mucho, doña Clara; la hermosura y la virtud resplandecen en vuestro semblante, y nada tiene de extraño... No hablemos más de esto. Quisiera veros más propicia á un casamiento con ese mancebo. No puede ser. ¿Por su bastardía? ¿Ignoráis que el nombre de Girón es tal que hace ilustres hasta los bastardos? Vuestro padre no tendrá reparo... Es que yo no quiero, y mi padre no me violentará.

28 Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas al alma no pueden matar; temed antes a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el quemadero. 29 ¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. 30 Pues aun vuestros cabellos están todos contados. 31 Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos.

Si alguien pusiera en duda esta verdad, oígale á él. ¡Callad, haraganes, callad! No hacéis migaja de labor. Toda la fuerza se os marcha por la boca y no valéis la comida que os dan. Los gritos quedan para las lumbradas y los hígados para el trabajo. ¡Puño! si no fuese por , no concluíais de pisar el fruto en ocho días.