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Es indispensable apuntar que en su afán de llegar pronto á donde estaba Clara, se aturdieron, sin poder tomar la puerta, y al fin chocaron una con otra con gran confusión. Mujer, que me echas al suelo dijo una. Mujer, qué cosas tienes gruñó la otra.

Haré que el señor Fernández estime mi empeño y mi laboriosidad; y, si mis ilusiones no se malogran, este empleo será el medio más apropiado para conseguir la felicidad; es decir, para que pueda yo unir mi suerte a la tuya. No deseo más, no aspiro a otra cosa, y en ello cifro toda mi dicha. «¿Por qué me echas en cara mis tristezas y melancolías?

Echas las mismas diligencias, preámbulas al Auto pasado, para el que se había de hacer a 6 de Mayo el viernes a las cuatro por la tarde, los dos Muy Ilustres Señores Inquisidores Apostólicos, con asistencia del Secretario Jaime Fábregas, corrieron los encierros y notificaron con la misma solemnidad a catorce Reos, que habían de morir el Domingo siguiente a seis; dejándoles encargados, para que les dispusieran, a tres o cuatro Sacerdotes, que se aplicaron con celo a la salvación de sus almas.

«Yo tengo que ir al Monte le dijo más tarde doña Lupe , que hoy empiezan las subastas. Ten cuidado con Papitos, que estos días anda muy salida. la echas a perder con tus benevolencias. Date una vuelta por la cocina y no le quites ojo. Hazle que ponga el bacalao de remojo o ponlo . Y que cuando yo venga esté lavada toda la ropa».

¿Te han dado suelta hoy?... ¿Hasta qué hora tienes permiso?... Dicen que ya no echas roncas como antes, que estás convertido en un palomo buchón... Pero el majo no se dió por ofendido; procuró echarlo á risa, le dijo algunas galanterías y se despidió al cabo de ella, diciendo para con alegría: ¡Lástima de niña! ¡Qué salada es! Si yo tuviese dos corazones, le daría uno.

Estragaíto del todo, querido... Figúrate que hace ya un mes que no puedo comer más que cosas frías. ¿Me quieres comer á ? Por lo frío podía pasar, pero eres demasiado duro. Mírame un ratito con esos ojillos puñaleros y me verás derretío. Te estoy mirando hace un año y no veo ninguna pringue en el suelo. ¿Á que no me esperas esta noche en la reja de tu casa? ¿Á que no echas conmigo un bailecito?

«¡Hola! dijo el perverso animal . ¿Con que todavía echas plantas? Pues tómate esa.» Y diciendo esto, le cubrió de cenizas; tras lo cual, se puso a cantar, según su costumbre, como si hubiera hecho una gran hazaña.

Para principio del clérigo, pones la merluza mala que trajiste esta mañana, ¿sabes?, y que está apestando... Le echas bastante sal, y después la cargas de harina todo lo que puedas y la fríes. Ponle todas las tajadas, y se las embaulará sin enterarse de si está buena o mala. Es como los tiburones, que tragan todo lo que les echan. Para postre, las nueces y el arrope, ¿sabes?

¡Niño, parese que estás ajumao!... Y que lo estarás: ¡echas una peste a bebía! ¡Puf, quita allá, gorrino! No me dejó acercar la cara a la reja. Antes de irme le hice presente cómo al otro día me era imposible pelar la pava, a causa de la velada poética que daba en el Casino Español.

El señor tiene la culpa de que yo citara á juicio á mi contrario. Yo soy un probe ... y ya me había conformado con las razones que el señor me dió en su casa. MERLÍN. ¡Hola, tunante!; ¿conque me echas la culpa? Señor alcalde.... DEMANDADO. Lo , y de no tema usted nada, mucho menos ahora que el señor alcalde ha sabido administrar recta justicia. ALCALDE. Se da por terminado el juicio.