United States or San Marino ? Vote for the TOP Country of the Week !


Pero el chico, advertido, comenzó a volver sobre sus pasos gimoteando: ¡A ! ¡a también! ya lo has robado. ¡No! ¡no! Y movía la cabeza a un lado y a otro hasta querer descoyuntársela, y enseñaba las palmas de sus manecitas untadas de tierra. Bien. ¡Pero lávate esa cara y esas manos, gorrino!

¡Ah! ¿Conque no quieres? ¿Conque te niegas a darme ese gusto? Entonces, grandísimo gorrino, embustero, ¿por qué no hablas claro? Es decir que yo te estoy aguantando, viejo sucio, te estoy siendo fiel como si fueses el chico más guapo de Madrid, y cuando se trata de complacerme en una cosa insignificante te llamas andana. ¡Ay, que tío!

Luchó valerosamente por desasirse chillando al mismo tiempo. ¿A me pegas , viejo gorrino? ¿A ? ¿a ? No logrando arrancar de las tenazas que la oprimían, le echó la mano a la cara y le clavó en ella las uñas. La lucha había hecho rodar algunos vasos.

La bella soltaba o mejor vomitaba estos y otros insultos acompañados de interjecciones de cochero, paseando furiosa por la estancia. De pronto se paró delante del duque y le gritó hecha una hiena: ¡Sal de aquí, so gorrino! Sal de mi casa. Me escupo yo en y en tus millones. Salabert soltó una carcajada.

Después, limpiándose la boca con movilidad pasmosa, arrepentida de haberlo hecho, comenzó a insultarle. ¡Sucio! ¡gorrino! a ver si te vienes conmigo ahora mismito para que te friegue los hocicos. No tienes vergüenza ni quien te la ponga. Y cogiéndole de la mano bruscamente, lo llevó medio a rastras en dirección del río.

Lo que oyes, hija.... Por supuesto que yo le puse de sucio y de gorrino que no había por dónde cogerle.... Se marchó muy amoscado, pero ya volverá. Tu primo monta muy bien. Le he visto ayer a caballo. Lo único que sabe hacer. Las letras le estorban. Se ha examinado ya seis veces de Derecho romano y siempre ha salido suspenso.

¡Niño, parese que estás ajumao!... Y que lo estarás: ¡echas una peste a bebía! ¡Puf, quita allá, gorrino! No me dejó acercar la cara a la reja. Antes de irme le hice presente cómo al otro día me era imposible pelar la pava, a causa de la velada poética que daba en el Casino Español.

La malagueña llamó al duque tío lipendi, gorrino, y concluyó por arrojarle del gabinete. Pero aquél no hizo maldito el caso, antes enfurecido la faltó abiertamente al respeto, empleando en su obsequio algunos epítetos expresivos de su exclusiva invención y otros recogidos con cuidado de su larga experiencia. Por último, quiso dejar sentado de un modo incontrovertible que allí era el amo.