United States or Angola ? Vote for the TOP Country of the Week !


Usase entre ellos vender los padres á las hijas, los maridos á las mugeres, y algunas veces los hermanos á las hermanas; y el valor de una india es una camiseta ó cuchillo, ó hocecilla, ó cosa semejante. Comen carne, aunque sea humana, si pueden adquirirla. Matan á los cautivos en guerra, sean hombres ó mugeres, mozos ó viejos, y los asesinan como nosotros los puercos.

Conservan por algunos años una india, recomendable en edad y traza, pero sino se acomoda á los deseos de todos, la matan y comen en convite, tan célebre como el de nuestras bodas; mas si gusto á todos, y llega á vieja, la guardan hasta que ella se muere. Hacen estos Cários mas largos viages que los demas indios del Rio de la Plata.

Por algo la avisaba el instinto, haciéndole temer la cólera del marido en los primeros tiempos de su infidelidad. Recordaba el gesto de aquel hombre al sorprenderla una noche á la salida de la casa de Julio. Era de los apasionados que matan. Y sin embargo, no había intentado la menor violencia contra ella... El recuerdo de este respeto despertaba en Margarita un sentimiento de gratitud.

No te digo que estoy muy tranquilo, majo. ¡Toma otra palomita! Y le dió otra bofetada. ¡Por Dios, don Benigno, sosiéguese usted! ¡Allá va otra palomita! Nueva bofetada. No pudiendo calmar con sus ruegos al enfurecido excusador, y sospechando que el bando de palomas iba a ser numeroso, el redactor en jefe del Faro gritó con todas sus fuerzas: ¡Socorro, que me matan!

¿Es posible que se muera una persona sin causa conocida, casi sin enfermedad?... ¿Señor Golfín, qué es esto? ¿Lo yo acaso? ¿No es usted médico? De los ojos, no de las pasiones. ¡De las pasiones! exclamó hablando con la moribunda . Y a ti, pobre criatura, ¿qué pasiones te matan? Pregúntelo usted a su futuro esposo. Florentina se quedó absorta, estupefacta.

A mediados de Noviembre, Fortunata estaba algo desmejorada. Observándola, Ballester se decía: «¡Cuando yo digo que me debía querer a en vez de consumir su vida por ese botarate! ¡Qué mujeres estas! Son como los burros, que cuando se empeñan en andar por el borde del precipicio, primero lo matan a palos que tomar otro camino».

Muchas veces empeñan hasta sus mugeres é hijos á los españoles, por aguardiente con que se embriagan, y matan unos á otros; sucediendo rara vez que la parte ofendida aguarde largo tiempo la ocasion de vengarse. Las viruelas introducidas en este país por los europeos, causan mayores estragos entre ellos, que la peste, desolando villas enteras con sus malignos efectos.

La voz era dulce y acariciadora; ¡pero aquellos ojos que parecían comerla! ¡aquella cara pálida, semejante a la de los hombres que matan!... Quiso decir algo para protestar de sus últimas palabras. Don Jaime no había tenido nunca edad para Margalida: era algo superior, como los santos, que crecen en hermosura con los años... Pero el miedo no la dejó hablar.

Los hombres hablarán con emoción de leyes morales y mandamientos religiosos que les ordenan «no matarás», «no robarás», «amarás á tu prójimo como á ti mismo»; pero , guerrero semejante á un semidiós, vivirás más allá del Bien y del Mal. Si los otros hombres matan, serán juzgados como criminales y terminarán sus días en un presidio ó en el cadalso.

¿Por qué no matan y roban exclamaba Gabriel los pocos hombres cultos y de conciencia sana que existen en esta época? No es por miedo a la ley y a sus representantes, pues una inteligencia clara, por poco que se esfuerce, puede encontrar medios para burlarlos. No es tampoco por miedo a las penas eternas ni a los castigos divinos, pues esos hombres no creen en tales invenciones del pasado.