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No puedes figurarte el odio que esta gente tiene a los polisones, en lo cual demuestran un sentido... ¿cómo se dice?, un sentido estético superior al de esos haraganes franceses que inventan tanto pegote estúpido». Jacinta estaba algo corrida; pero también se reía, Guillermina dio dos pasos atrás, diciendo: «Ea, señoras, cada una a su trabajo, y dejen en paz a quien no se mete con ustedes».

Dicen que San Sebastián era antes un pueblo perdido, un pueblo de haraganes y de borrachos. Allí sólo las mujeres trabajaban.... ¡Ahora es otra cosa! Papá consiguió que le oyeran, y hoy todo anda a las mil maravillas. Ha puesto escuelas; una de niños y otra de niñas. La iglesia no es ya la que encontramos, fría, húmeda, pavorosa. Papá la ha puesto como una tacita de plata.

Si alguien pusiera en duda esta verdad, oígale á él. ¡Callad, haraganes, callad! No hacéis migaja de labor. Toda la fuerza se os marcha por la boca y no valéis la comida que os dan. Los gritos quedan para las lumbradas y los hígados para el trabajo. ¡Puño! si no fuese por , no concluíais de pisar el fruto en ocho días.

Qué jaqueca la de estos haraganes dijo después de dar la orden al cochero, sujeto irrespetuosamente barbado, ¿no sería mejor que fueran a cuidar ovejas, o a labrar la tierra? ¡así está el país! Por supuesto que no diré jota al doctor; ya pueden esperar el empleíto, sentados. Además, no hay que cansar el caballo, y ahora menos, que lo necesito para tan dura jornada...

¡A bordo, hato de haraganes! ¿Vais a abandonar el trépang? ¡Desembarcad, o al primero que toque un remo lo mato como a un perro! Aquí nos quedamos nosotros, y aquí os quedaréis vosotros también. Es que los salvajes nos amenazan, señor dijo un cabo de pescadores. También amenazan a mi trépang, y no me da la gana de perderlo respondió Van-Stael . ¡A tierra, os repito!...

Mis sirvientes, haraganes y perezosos, adquirían cierta actividad a contar del viernes y cuando quería hacerles andar listos en un mandado, me bastaba anunciarles que a la primera tardanza no habría toros, para verlos volar.

La prisión en que tan a disgusto estaba volvíale pronto a su mal humor y poniéndose muy regañón decía a su mujer: «Eso, eso, déjame solo otra vez para ir a divertirte con la bullanga de esos idiotas. ¡La lotería!, ¡qué atraso tan grande! Es de las cosas que debieran suprimirse; mata el ahorro; es la Providencia de las haraganes.

Avergonzábale el consentir que una hija suya diese oídos a un militar después de haberlos llamado él tantas veces haraganes, sanguijuelas, y haber clamado tanto por la reducción del contingente. ¿Con qué cara se presentaría a sus amigos de allí en adelante? Pasó días bien terribles.

67 A naides le dieron armas, pues toditas las que había el coronel las tenía, sigún dijo esa ocasión, pa repartirlas el día en que hubiera una invasión. 68 Al principio nos dejaron de haraganes criando sebo, pero después... no me atrevo a decir lo que pasaba... ¡barajo!... Si nos trataban como se trata a malevos.

Desde lejos percibiréis el olor del mole que hierve en grandes cazuelas, y os dejarán aturdidos el incesante vocerío de los vendedores, el gritar de los chicos, y el cantar báquico de los artesanos que han cogido la «zorra». Los habitantes del pueblo, indígenas viciosos y haraganes, ven invadidas sus casas por la multitud, y los indizuelillos andan asustados en los cafetales o se asoman a través de los vallados de hierba para mirar a los transeúntes.