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Anoche te lo iba a decir y se me olvidó... Ya lo sabes... que ayer tarde estuvo aquí otra vez y le dieron chocolate con mojicón. Me lo contó mi hermano Juan, que pasaba por la calle cuando él salía, y hablaron». Fortunata estaba pasmada de aquel exabrupto, y más aún del tono. Por las mañanas, solía estar Maximiliano algo regañón y displicente; pero nunca como aquel día.

Don Aquiles había entrado de la calle tan regañón, que todos andaban con alas en los pies, huyendo el bulto; al ocupar el sillón de cabecera, notaron los hijos, con terror, que había nubarrones en el horizonte, y metieron los ojos en el plato, abriendo el paraguas de la resignación.

En cuanto Sepúlveda se sentaba satisfecho, como el que hincó el alfiler donde quiso, se ponía el clérigo en pie, magnífico, regañón, confuso, apresurado. «¡No es verdad que los indios de México mataran cincuenta mil en sacrificios al año, sino veinte apenas, que es menos de lo que mata España en la horca!» «¡No es verdad que sean gente bárbara y de pecados horribles, porque no hay pecado suyo que no lo tengamos más los europeos; ni somos nosotros quién, con todos nuestros cañones y nuestra avaricia, para comparamos con ellos en tiernos y amigables; ni es para tratado como a fiera un pueblo que tiene virtudes, y poetas, y oficios, y gobierno, y artes!» «¡No es verdad, sino, iniquidad, que el modo mejor que tenga el rey para hacerse de súbditos sea exterminarlos, ni el modo mejor de enseñar la religión a un indio sea echarlo en nombre de la religión a los trabajos de las bestias; y quitarle los hijos y lo que tiene de comer; y ponerlo a halar de la carga con la frente como los bueyes!»Y citaba versículos de la Biblia, artículos de la ley, ejemplos de la historia, párrafos de los autores latinos, todo revuelto y de gran hermosura, como caen las aguas de un torrente, arrastrando en la espuma las piedras y las alimañas del monte.

En el interés personal de las familias de entonces. Vamos a ver, Magdalena dijo el cura en tono regañón, un poco de memoria... Usted debe de recordar la historia... Pues bien, dígame usted lo que sepa de la transformación de las leyes en el momento de la invasión de los bárbaros. No es difícil, señor cura respondí con entusiasmo.

¿Pero hay que estar loco, miss Maud, para agradar á usted? No es justo sermonear á Tragomer por mi causa. ¿Por qué exigirle una sublimidad de que yo no le doy el ejemplo? Esta noche está usted de humor regañón, y en este caso aquí estoy yo para servir de blanco. Pero, por favor, que se salven los transeuntes. Miss Harvey se echó á reir.

Pero, a pesar de sus anatemas y de su aire regañón y contrariado, se le escapan palabras que denuncian una sensibilidad más excitada de lo que él quiere confesar. La juventud, unida al sufrimiento, tiene gracias a que no es posible resistir. Máximo de Cosmes a su hermano. 18 de julio. La revelación pública se hizo de improviso, ayer tarde.

Y ella, aprovechando la tolerancia cariñosa del marido, gastaba con furor que escandalizaba a los buenos burgueses del Mercado. Seguía las modas con escrupulosidad costosa, y muchas veces aumentaba sus gastos hasta la locura, únicamente por el gusto de darles en las narices, como ella decía, al regañón de don Eugenio y al tacaño de su padre.

Un periódico regañón hizo, sin embargo, de las damas de aquel tiempo otra subdivisión distinta: Bastantes buenas. Pocas malas. Muchas que, siendo de las primeras, se parecen a las segundas.

Y Enrique Thomas, agotado, enervado, casi doloroso, concluía por someterse. Muchos años después pasó al teatro del Gimnasio, y allí, bajo la autoridad durísima del veterano Montigny, siempre descontento y regañón, acabó de perfeccionarse en su arte. A Montigny todo le parecía mal.

La tierra va echando capas conforme van pasando siglos: la tierra es como un pastel de hojaldres, que tiene muchas capas una sobre otra, capas de piedra dura, y a veces viene de adentro, de lo hondo del mundo, una masa de roca que rompe las capas acostadas, y sale al aire libre, y se queda por encima de la tierra, como un gigante regañón, o como una fiera enojada, echando por el cráter humo y fuego: así se hacen los montes y los volcanes.