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Dicen que San Sebastián era antes un pueblo perdido, un pueblo de haraganes y de borrachos. Allí sólo las mujeres trabajaban.... ¡Ahora es otra cosa! Papá consiguió que le oyeran, y hoy todo anda a las mil maravillas. Ha puesto escuelas; una de niños y otra de niñas. La iglesia no es ya la que encontramos, fría, húmeda, pavorosa. Papá la ha puesto como una tacita de plata.

Los dos amigos, acodados en la borda, sintieron de pronto a sus espaldas un estrépito de sillas removidas, puertas abiertas de golpe, precipitadas carreras, suspiros de pechos comprimidos, algo semejante a la fuga pavorosa del público en un local que se incendia. La misa había terminado y las señoras corrían a sus camarotes para cambiar de ropas y reparar el desorden de sus rostros.

Tal vez nuestros héroes, yendo a una nueva expedición campestre, hubieran sido sorprendidos por deshecha y pavorosa tempestad, teniendo que refugiarse en las ruinas de algún antiguo castillo o torre moruna, donde por fuerza había de ser fama que aparecían espectros o cosas por el estilo.

Sus ojos se abrieron desmesuradamente, como si acabase de sufrir el choque de una sorpresa pavorosa. ¿Qué traje has sacao? Garabato señaló a la cama, pero antes de que pudiese hablar, la cólera del maestro cayó sobre él, ruidosa y terrible. ¡Mardita sea!

El disparo de un cañonazo de cada una de las dos capitanas, fue la señal del rompimiento del combate, que se trabó bravamente, y de una manera tan recia y con tal estruendo de arcabucería y de artillería, que no parecía sino que una pavorosa tormenta y espantable, de la mar y del viento habíase enseñoreado.

Después de algunos instantes, logró conquistar relativa tranquilidad; abrió la cubierta y con ojos de terror, extrajo el pliego que contenía. Pero le daba vueltas la cabeza, y tuvo que apoyarse en la butaca para no caer al suelo. Fijó de nuevo la vista en el fuego del hogar, y vió claramente la pavorosa escena de la muerte de su madre.

Ella no hablaba del destino reservado a su amor. ¿Guardaba eso silencio porque más le urgía apaciguar al rebelde que asegurar su propia felicidad? O por el contrario, ¿volvía su atención a la desilusión moral para distraerla de una visión más, pavorosa, de un desengaño que le habría sido mucho más funesto?

Dijo esto el viejo con la certidumbre de la adulación, convencido de que el prestigio de su príncipe era tal, que forzosamente había de turbar a toda mujer. Pero a Rafael, estas palabras, después de la escena de la tarde anterior, le parecían una crueldad. Don Andrés se puso serio de repente, como si ante sus ojos pasase una pavorosa visión y añadió con tono respetuoso: Pero no: fuera bromas.

De la piedra se alza Ataide conmovido y macilento, y sobre su res se inclina, cuando un cavernoso estruendo, atronador, formidable, indescriptible, siniestro, voz pavorosa de muerte, que áun resonante á lo léjos hiela la sangre de espanto, pone de punta el cabello, retemblar haciendo al soto despierta aterrado al eco. ¡Ah! ¡el leon!

Algunos no parecían sentir el contagio de su entusiasmo. ¡La guerra!... Con la imaginación veían los negocios paralizados, los corresponsales en quiebra, los Bancos cortando los créditos... una catástrofe más pavorosa para ellos que las matanzas de las batallas. Pero aprobaban con gruñidos y movimientos de cabeza las feroces declamaciones de Erckmann. Era un Herr Rath, y además un oficial.