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Hacía un frío terrible, siberiano. Jorge ya sabes lo cariñoso que es y cuánto se preocupa por mi salud me advirtió que me abrigara bien. No hice el caso que debía. Y en el trayecto de la puerta del teatro al automóvil, una corriente de aire me dejó transida. Ya sabes que no abuso del descote; pero, asimismo, no puede una llamar la atención cubriéndose más de lo debido.

¿Qué ruido es ése? murmuró Felicita, incorporándose estremecida . Parece que clavan un ataúd. Parece que cavan una fosa. Pero eran unas almadreñas, en la calle. Felicita se tendió nuevamente en el sofá. ¿Qué ruido es ése? murmuró Felicita poniéndose en pie, transida de terror . Parece que moscardonea un enjambre de espíritus. Parece que se oyen voces del otro mundo.

Mi amigo el naturalista se indigna mientras la voz infantil va desarrollando la acción de la conocida fábula, la cigarra imprevisora y alegre que canta sin pensar en el porvenir, y cuando llega el invierno, transida de frío y vacilante de hambre, va en busca de la hormiga para implorar un préstamo.

También los hay en la realidad, que es una gran novela. Permaneció largo rato apoyada en la barandilla: sus labios se movían como si hablase. Por fin, transida de frío, se entró al cuarto y cerró el balcón. Entonces vio caído en el suelo un papel y recogiéndolo murmuró con desprecio: ¡Ah, , el dinero! Y quedó como ensimismada.

Nébel, que cortara sus estudios a la muerte de su padre, sabía lo suficiente para prever una rápida catástrofe; el riñon, íntimamente atacado, tenía a veces paros peligrosos que la morfina no hacía sino precipitar. Ya en el coche, no pudiendo resistir más, había mirado a Nébel con transida angustia: Si me permite, Octavio... ¡no puedo más! Lidia, ponte delante.

Cuando volvió al hotel subió a la cámara mortuoria, y allí halló a Juanilla, transida de miedo y de cansancio, velando a la difunta. La criada le dijo, en son de queja, que la señorita Lucía le había encargado velar un rato, pero que el rato era ya muy largo, larguísimo, y que ella no podía más.

Me encontraba solo, abandonado é infeliz, pero unos amigos se acordaron de y me han sacado de mi desierto. Juzgue usted, pues, de la alegría que experimento esta noche y de mi agradecimiento. Su voz era tan triste, tan dulce, tan tierna, que Jenny se sintió transida de dolor. Pero su enternecimiento no pudo durar mucho tiempo.

No mirais aquel mendigo De aquella iglesia á la puerta, Cuya miseria despierta Simpática compasion; Y que á todos los que pasan Tendiendo mano transida, Pide con voz dolorida Una limosna por Dios! Es un mártir de la patria, Un soldado valeroso Del estandarte glorioso Que el hemisferio cruzó; Soldado que en otro tiempo Hizo temblar al guerrero Y que hoy pide al pasagero: Una limosna por Dios!

Ayela, de horror transida, que en la voz jóven, sonora, á Ataide escuchado habia, sus fuerzas cobrando todas, por un milagro de amor, cual revive luminosa y brilla por un momento una luz que á su fin toca, ansiosa, rápida, ardiente, corrió, llegó, y animosa entre las fieras cuchillas se arrojó, sublime, heroica, para defender la vida del que era su sangre propia.

Transida el alma de dolor por el trágico fin de Urbási y por la mortífera lucha que había sostenido, Morsamor huyó de la India, como para librarse de los malos espíritus que le acosaban y le atormentaban. Como Orestes, perseguido por las Furias, caminaba Morsamor sin saber casi hacia dónde caminaba. Confiado en él y en su ventura, le seguía su valiente tropa.