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Algunas pensionistas, tratadas con esmero, están tranquilas y calladas en habitación clara y limpia, ocupándose en coser, bajo la vigilancia y dirección de dos hermanas de la Caridad. Otras se decoran con guirnaldas de trapo, flores secas o con plumas de gallina. Sonríen con estupidez o clavan en el visitante extraviados ojazos. También la hermosa mitad tiene sus jaulas de dobles rejas.

Y sus ojos, que parecen dos sagitarios brillantes, nos arrojan por el arco de sus párpados soñantes flechas de amor que se clavan, temblando, en el corazón... Figulina delicada, no es frívola ni es coqueta, sino hermana cariñosa de su ardiente fantasía; es mística, cual lo son los ensueños de un poeta que se agrandan como el vuelo de melódica armonía.

M. Grévy, no sólo es querido y respetado hoy por todos los republicanos franceses, sino que los partidos extremos, hasta las irascibles duquesas del viejo régimen, tienen por él alta consideración. Gambetta, casi obeso, rubicundo, entrecano, lo acompaña, así como León Say y los ministros. Todos los anteojos se clavan en el grupo, pero la primera mirada es para Gambetta.

La una dama y otra le cogieron, Sin que pudiese el pobre escabullirse: A piedad ninguna se movieron, Que de ellas con verdad no ha de escribirse. La oreja de su rostro desprendieron, Y al pobre sin curarle dejan irse, Y por mas presumir de su mal hecho, La oreja abscisa clavan en su techo.

Clavan primero, sobre el ribazo, un grueso horcon destinado á soportar una soga que amarran en varias estacas, oblicuamente clavadas en tierra detras del horcon; terminada esta maniobra, cubren la soga de bejucos, fijándolos, para que no los arrastre la corriente, en esos espigones que suelen encontrarse en medio de los rios.

Arbol coloso de verdor florido que tres centurias crece y exubera, es en mi patria la cultura ibera que la escuadra inmortal nos ha traído. Nativos ruiseñores hacen nido en sus frondas de eterna primavera, y aunque enfurece la ventisca fiera, en la arada social seguirá erguido. En vano ilusos de intelecto oscuro, que miran su grandeza con inquina, clavan las hachas en su tronco duro.

El de la casa mira á su amigo con cierto aire de triunfo, y entrambos clavan los ávidos ojos en los pucheros, y entrambos alargan la diestra hacia ellos, y entrambos remojan el índice en la leche, aunque en distinto cacharro. Con igual uniformidad de movimientos retiran los brazos del arcón, míranse cara á cara y se chupan los respectivos dedos. ¡Güena está la leche! dice el de casa.

La pérdida de una fianza que había hecho por un pariente de Valencia, le puso fuera de , bufó y pateó como un toro cuando le clavan las banderillas, se llamó animal cien veces y tuvo la desfachatez de decir, en presencia de Llera, que su bondadoso corazón concluiría por arruinarle. La pérdida, en total, representaba unas veintidós mil pesetas.

Quiero morir, morir, Señor, antes que caer otra vez en aquellos pensamientos que manchan el alma y le clavan las alas al suelo, entre lodo.... Pero al día siguiente de la despedida de don Álvaro, Ana despertó pensando en él. «Ya no estaba en Vetusta. Mejor. La terrible tentación le volvía la espalda, huía derrotada.... Mejor... era un favor especial de Dios».

Esos hombres en apariencia frios, pero que en realidad abrigan un fuego concentrado y comprimido, son formidables cuando llega el momento fatal y dicen «ahora».... Entónces clavan en el objeto su mirada encendida y se lanzan á él rápidos como el rayo, certeros como una flecha.