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De pronto, como si desease terminar de cualquier modo, se arrojó sobre la bestia con el estoque, pero oblicuamente, para salir cuanto antes del peligro. Una explosión de silbidos y voces. La espada sólo se había clavado unos centímetros, y después de cimbrearse en el cuello de la fiera, fue expelida por ésta a gran distancia. Gallardo volvió a coger el estoque y se aproximó al toro.

Entretanto, la noche acababa de caer sobre los campos, y las tinieblas habían invadido la vieja torre. Algunos reflejos de luna penetraban solamente por el alféizar de la ventana y blanqueaban oblicuamente la piedra de las gradas.

Finalmente, entre todas las zonas, las menos favorecidas en lo relativo á la temperatura, son las glaciales. Durante los largos días de primavera y de estío se presentan dichas zonas muy oblicuamente á los rayos del Sol, y la ausencia del astro durante sus largas noches de otoño y de invierno, acumula en ellas las nieves y los hielos convirtiendo á esas regiones en países casi inhabitables.

Caían ya oblicuamente los rayos del sol en los zarzales y setos, y un peón caminero, en mangas de camisa, pues tenía su chaqueta colocada sobre un mojón de granito, daba lánguidos azadonazos en las hierbecillas nacidas al borde de la cuneta. Tiró el jinete del ramal para detener a su cabalgadura, y ésta, que se había dejado en la cuesta abajo las ganas de trotar, paró inmediatamente.

La casa del Gobernador tenía, á la verdad, una apariencia muy alegre: las paredes estaban cubiertas con una especie de estuco con innumerables fragmentos de vidrio, de modo que cuando el sol alumbraba oblicuamente el edificio, brillaba y fulguraba como si sobre él se hubieran arrojado diamantes á manos llenas, lo que le hacía parecer más propio para el palacio de Aladino, que para mansión de un viejo y grave jefe puritano.

Trazóse, pues, dicha puerta, oblicuamente, sobre el recio muro del templo, en el ángulo opuesto á aquel en que dormía y había de morir Carlos V, y allí sigue, y desde ella se determina fijamente tan histórico paraje.

El sol ilumina oblicuamente todas las volutas de bruma que se elevan en aquel mar: los matices dorados, purpurinos y sonrosados que se mezclan con el blanco puro, varían hasta lo infinito la apariencia de la niebla flotante. Proyéctase á lo lejos sobre los vapores la sombra de los montes y varía incesantemente con la marcha del sol.

La luz del sol bañaba todo un lado; la sombra de las columnas cortaba oblicuamente los grandes cuadros de oro que cubrían las baldosas. Un silencio augusto, la calma santa de la catedral, penetraba en el agitador como dulce narcótico. Los siete siglos adheridos a aquellas piedras parecían envolverle como otros tantos velos que le aislaban del resto del mundo.

Apenas llegó la señorita Margarita á la plataforma y arrojó una mirada en el espacio que se abrió entonces ante ella, cuando la vi colocar oblicuamente la mano sobre sus ojos, como si sintiese un súbito desvanecimiento. Apresuréme á llegar á su lado. Este bello día al aproximarse á su fin alumbraba con sus últimos resplandores una escena grande, asombrosa y sublime, que jamás olvidaré.

Las tintas rabiosas de los trajes de la huerta, las blancas manchas de los grupos en mangas de camisa, los pantalones rojos de los soldados, los enormes quitasoles de seda granate que parecían robados de una antigua sacristía, los gigantescos abanicos de papel moviéndose con incesante aleteo, las botas de vino que a cada instante se alzaban oblicuamente sobre las cabezas, los gritos, las protestas porque se hacía tarde, todo daba a aquella parte de la plaza un aspecto de locura orgiástica, de brutalidad jocosa.