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Era tan grande el placer que el califa esperimentaba en dirigir por mismo las construcciones, que entregado á su pasion de lleno, llegó en una ocasion á faltar tres viernes consecutivos á la azala de la Aljama, y al presentarse el cuarto viernes, el austero teólogo Mundhir ben Sa'id que predicaba aquel dia, aludió á él en su plática, y delante de todo el gentío le amenazó con el fuego del infierno.

Los hombres son tales, que aun la doctrina mas sólida no la reciben si no les da gusto, y por eso conviene de tiempo en tiempo vestirla con los adornos del siglo, pues que de ellos solos gustan los que no aman la verdad por ella misma, sino por los atractivos con que anda vestida. El exemplo de SANTO THOMAS, que lo hizo así, puede ser norma á todo Teólogo.

Esta sola razon es bastante para que los hombres no se contenten con el estudio de una ciencia, porque teniendo noticias de muchas cosas, no será tan facil que les engañen los peritos de que han de fiarse; y por esta ignorancia sucede, que un gran Teólogo busca para curarse á un mal Médico, y un buen Filósofo yerra en la eleccion del Letrado para mantener y guardar su hacienda.

La vanidad me cegaba. Pepita Jiménez, desde que vino mi hijo, se me mostraba tan afable y cariñosa que yo me las prometía felices. Ha sido menester tu carta para hacerme caer en la cuenta. Ahora comprendo que, al haberse humanizado, al hacerme tantas fiestas y al bailarme el agua delante, no miraba en la pícara de Pepita sino al papá del teólogo barbilampiño.

La pobre de mi madre no puede sostenerme tanto tiempo en el seminario ni en posada tampoco: es necesario abreviar la carrera y ordenarse cuanto antes... Si no puedo ser teólogo, seré cura de misa y olla... ¿Y qué importa?... De todos modos, la curapería anda perdida; ¿verdad, D. Andrés? No me parece tan mala carrera. Se asegura el garbanceo y nada más.

La ciencia y la porquería no son enemigas declaradas: antes al contrario, parece que aquélla vive dichosa en los brazos de ésta, como lo atestiguan multitud de ejemplos. La sagrada Teología, muy especialmente, siempre ha tenido marcada predilección por la suciedad. En otro tiempo se medía la profundidad de un teólogo por la cantidad de grasa que llevaba adherida a la sotana.

Clerico no era Teólogo: todo su estudio le puso en la Filosofía, porque como herege Sociniano decia, que no ha de haber otra Teología que la que dicta la razon, que es el error dominante de estos sectarios; y como defendía los mismos errores de Vigilancio, por favorecerse á mismo, con capa de Vigilancio maltrató á S. Gerónimo.

Según un escritor amigo mío y que cultivó el ramo de crónicas, los asistentes no pasaban de doce, personajes los más caracterizados en el foro, la milicia o la iglesia. «Allí asistía el profundo teólogo y humanista don Pedro de Yarpe Montenegro, coronel de ejército; don Baltasar de Laza y Rebolledo, oidor de la Real Audiencia; don Luis de la Puente, abogado insigne; fray Baldomero Illescas, religioso franciscano, gran conocedor de los clásicos griegos y latinos; don Baltasar Moreyra, poeta, y otros cuyos nombres no han podido atravesar los dos siglos y medio que nos separan de su época.

Caminaban por una senda estrecha abierta entre los maizales. El teólogo iba delante y el P. Gil detrás. Súbito aquél paró en firme el paso y la lengua. Al doblar un recodo se encontró de frente con el hijo de Cosme, que traía colgado a la espalda un cesto mediado de anguilas. Verlo el teólogo y arrojarse sobre él sin conmiseración fue todo uno.

Era este un venerable siervo de Dios, diserto y suave en sus coloquios, notable teólogo dogmático y severo moralista, cuyos consejos y advertencias valieron mucho a Rafaela, aunque a menudo, y muy a pesar suyo, no los seguía: culpa acaso del irresistible ímpetu de su apasionado carácter.