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No creo que eso ocurra, señora aseguró el médico. Cuide en todo caso de que no se incorpore mucho... ¿Lleva siempre su corsé de yeso? Todos los días se le pone al vestirla, y todas las noches se le saca al acostarla. Que siga lo mismo. Y si llegara a excitarse demasiado, dele una cucharadita de la receta calmante que le prescribí la vez pasada. ¡Eso la postra!... Disminuya la dosis.

Al terminar, se retiró algunos pasos del lecho; hizo un ademán a mi tío para que se acercara; y en aquel momento mismo, mi tía Medea clavó sus ojos inmóviles en su marido, abrió la boca, esputó un cuajarón de sangre y acabó... Mientras comenzaban las mujeres a hacer los preparativos para vestirla, don Benito y yo sacamos a mi tío de la habitación.

Lucía fue a vestirla una de las noches que iba Sol al teatro, y no fue ella: ¿por qué no iría ella?

Estoy muy entretenido con los trabajos del campo, el molino, los bichos, etc. ¡Pero las noches se hacen tan largas!... Luis venía solamente por ver a su hija. Amalia no se lo permitió hasta que la niña estuvo medianamente repuesta. Volvió a vestirla como antes y le devolvió los fueros que tenía. Pero no el cariño. El encanto se había roto. Porque Luis la aborrecía: estaba sometido a la fuerza.

Harto conocía yo lo que puede y debe añadir de encanto a una mujer hermosa el vestirla de ricas telas y joyas esplendentes, y el circundarla de todos los primores de la más refinada cultura y de todas las riquezas que crean la mano y el ingenio infatigable del hombre.

El duque se levantó para cumplir el mandato. A los pocos instantes se presentó Petra a vestirla. Mientras lo llevaba a cabo, ama y doncella cambiaron algunas impresiones con excesiva familiaridad, mientras el banquero seguía con fijeza entre atento y distraído, los movimientos de la faena. Señorita, ¿ha visto usted ayer a la Felipa guiando dos jaquitas que parecían ratones?

Pero entonces, gran perverso replicó la joven esposa con voz de mimo y atusándole el bigote con la punta de los dedos , no podrías regalar a tu Elena un aderezo tan hermoso como le has regalado el día de su santo, no podrías llevarla en coche, no podrías vestirla con trajes elegantes, no podrías traerle pastelitos de casa de Lhardy, ni bombones de la Mahonesa. Ni sobreasada de Mallorca.

Pues la Nela me pertenece; yo me entiendo con ella. Yo me encargo de vestirla, de darle todo lo que una persona necesita para vivir decentemente, y le enseñaré mil cosas para que sea útil en una casa. Mi padre dice que quizás, quizás me tenga que quedar a vivir aquí para siempre.

Atrasadilla está. ¡Qué desgracia! exclamó Sofía . Y yo me pregunto, ¿para qué permite Dios que tales criaturas vivan?... Y me pregunto también, ¿qué es lo que se puede hacer por ella? Nada, nada más que darle de comer, vestirla hasta cierto punto.... Ya se ve... rompe todo lo que le ponen encima. Ella no puede trabajar, porque se desmaya; ella no tiene fuerzas para nada.

La encontró hecha una mozuela que se salía de sus angostos hábitos de colegiala. Se lo hicieron notar también sus amigas de Madrid; y la dijeron que era un pecado mortal no vestirla ya «de señorita» y no sacarla del encierro donde no parecía bien.