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El atril del piano sostenía un grueso y manoseado tomo de melodías de Schubert, y de uno de sus candelabros colgaba, suspendido por el elástico de goma, un precioso sombrerillo de raso pálido, con plumas coquetamente rizadas y anchas cintas de seda algo ajadas en el sitio donde se formaba el lazo.

Pepita había dejado en la casería la larga falda de montar, y caminaba con un vestido corto que no estorbaba la graciosa ligereza de sus movimientos. Sobre la cabeza llevaba un sombrerillo andaluz, colocado con gracia. En la mano el látigo, que se me antojó como varita de virtudes, con que pudiera hechizarme aquella maga. No temo repetir aquí los elogios de su belleza.

Nieves no se hizo esperar mucho; y cuando apareció a la puerta del comedor poniéndose los guantes y con el sombrerillo algo caído sobre los ojos, muy ajustadito el talle y con un clavel en la boca, su padre la vio un instante con el mismo ojo suspicaz y alarmista que en la memorable ocasión de presentársele en Sevilla, recién vestida para ir a retratarse.

Esta gozaban los expedicionarios de a pie, en su mayor parte familias felices, que ostentaban satisfechas la librea de la áurea mediocridad, y aun de la sencilla pobreza: el padre, obeso, cano, rubicundo, redingote gris o marrón, al hombro larguísima caña de pescar; la hija, vestido de lana obscura, sombrerillo de negra paja con una sola flor, en la izquierda el cestito de los anzuelos y demás enseres piscatorios, y llevando de la diestra al hermanito, a quien pantalones y chaqueta quedaron ya muy cortos, y que luce la caña de las botinas, y levanta orgulloso el cubo donde flotan los simples peces víctimas del mortífero pasatiempo de su padre.

Convidóles con su asiento el Chicharro y el Gallo, el uno, que cantaba pidiendo por las siestas en verano y despertando los lirones ; el otro mendigaba por las madrugadas; y tomando el suelo por mejor asiento, porque cualquiera cosa más alta los desvanecía, y estando en esto, entró un pobre en un carretón, a quien llamaban el Duque, y todos se levantaron, ellos y ellas, a hacelle cortesía; y él, quitándose un sombrerillo que había sido de un carril de un pozo, dijo: Por mi amor que se estén quedos y quedas, o me volveré a ir.

Al ir hacia proa, vio apoyados en la barandilla a Ojeda y Mrs. Power, mirando el mar, con los codos y los flancos en apretado contacto. La brisa retorcía como espirales de fuego algunos rizos de la norteamericana que se escapaban de un sombrerillo de tela de oro.

Las bailarinas traían castañuelas en las manos y un sombrerillo en la cabeza, como se acostumbra aquí en los bailes; en la Zarabanda, era tan leve su movimiento, que no parecía baile. Diferénciase mucho su danza de la nuestra, porque mueven bastante los brazos, y levantan con frecuencia las manos hasta el rostro y el sombrero, aunque con cierta gracia, que agrada.

Llevaba falda lisa de paño gris, formando grandes pliegues, corta para lucir los pies, calzados con medias negras y zapatitos a la francesa, abrigo muy oscuro, ceñido al talle con cordones de seda que pendían hasta el suelo, y forro de felpa roja que se descubría a cada paso; sombrerillo de terciopelo ceniciento con velito y lazos encarnados; cuello largo de piel que culebreaba sobre el pecho, y manguito.

De pronto, levantose la cortina, apareció Julia con el niño en brazos, y tras ella, destacando por claro sobre el fondo oscuro del palco, se dibujó la encantadora figura de Cristeta, en actitud de alzar las manos para quitarse un precioso sombrerillo. ¡Qué semblante y qué talle!

Algo pavita, con todo, como dicen en la tierra. Mas hete aquí que, cuando me hallaba más enfrascado en la conversación, olvidado casi del asunto que allí me traía, aparece por el lado de la entrada del corral un joven con chaquetilla y pantalón ceñidos, faja encarnada y sombrerillo flexible, a interrumpir nuestros dimes y diretes.