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Salió de ella un tanto amostazado y vacilante... Sin embargo, quiso desde el primer momento hablar claro con el capitán Pérez, a quien llevó a la fonda... Mira, hermanito le dijo, me disculparás que te instale en el hotel; pero hay sus razones, aunque no cómo decirlas... ¿Incomodo en tu casa?

Á la entrada encontraron la casa de Pedro, quien se empeñó en que su señora descansara en ella un instante. Laura no osó negarse. La casa estaba habitada solamente por la madre de Pedro y por un hermanito de doce años. El padre había muerto. Allí fueron de oir las exclamaciones de la buena mujer al ver á la señora condesa en compañía de su hijo. No sabía lo que le pasaba.

Mi yerno me ha dicho qué tiene usted buen fondo y clara inteligencia, aunque ofuscada por desvaríos y falsas apreciaciones de la vida. Si usted lograra ver cada cosa como es realmente, estábamos de la otra parte. Conque... ánimo. Y para concluir: que tiene usted un hermanito que es una alhaja.

La madre por fin se dirigió a con una triste y seca sonrisa: Qué cosa más horrible, ¿no? ¡Da pena! ¡Horrible, horrible! No era la enfermedad, sino la situación lo que les parecía horrible. Estaba visto que todas las galanterías iban a ser para en aquella casa. Primero el hermanito, luego la madre.

Mucho quería á su hermanito; pero la muerte no tiene remedio, y lo que ahora le preocupaba á él era que el caballo no quedase cojo.

«¿Quién vivía en aquella casa? Yo. Tomás Rufete tenía por vecino en el piso tercero a un licenciado de la Guardia civil. ¿Se acuerda usted? Yo no. ¿Tampoco recuerda usted cuando se quemó esa casa? De eso tengo una idea; era yo muy niña. Mi hermanito empezaba a andar entonces. Mucho, mucho. Cuando se quemó la casa, Nicolás Font... ¿El guardia civil? Estaba enfermo de gravedad.

Si hubieran vivido los otros, serían siete, y a todos los he criado yo añadió con cierto orgullo la madre menos a Tirso. Ahora, por vez primera, vamos a vivir juntos. ¡Ojalá vivamos en paz! dijo Pepe. ¡Ave-María Purísima! ¡Qué cosas tiene este hermanito que Dios me ha dado! Lo digo en serio, y no me importa que lo sepáis. Tengo miedo a la venida de Tirso; la deseo y la temo.

Oye le dijo Esperanza cuando se hubieron cansado de hablar de sombreros , ¿sabes que el último día que he estado en el colegio les llevé el retrato de mi hermanito?... Verás qué paso más gracioso. Lo han retratado desnudo, y como tiene aquello descubierto, la hermana María de la Saleta no quería enseñarlo a las niñas.

Yo quiero cenar afirmó él con brutal terquedad, echando a un lado la cabeza y dando un golpe con ella sobre la mesa. Eso es, rómpete la cabeza. Mala hermana, ¡no das de cenar a tu hermanito! Mira , mejor estaba en la cárcel... Como vuelvas a nombrar... ¡Nombro!... ¡Puño! Como vuelvas a decir... ¡Puño! repitió el bergante alzando la mano. ¡Alzas la mano!..., ¡a !..., a tu hermana.

Enviudé hace tres meses; la enfermedad de mi esposo acabó con nuestros pocos ahorros y hoy no puedo mantener a este niño y a un hermanito suyo que he dejado en la cuna. ¡Pobrecillo! El angelito no ha probado bocado desde ayer, porque no encuentro ni limosna ni trabajo. ¡Caballero, señorita, ustedes que deben ser bondadosos, compadézcanse de estos desgraciados!